Con este artículo voy tarde, lo sé. La semana internacional de la lactancia materna se celebró a principios del mes de agosto, pero el momento de escribir ha sido este. Durante esa semana las redes sociales se inundaron de experiencias, fotos de madres dando el pecho a sus hijos, reivindicando algo tan natural y tan normal como dar el pecho.
Pero no escribo para ellas, sino para las que por un motivo u otro (no quisieron o no pudieron) no dieron el pecho a sus hijos y optaron por la lactancia artificial. Y escribo para ellas porque son las que han dudado, se han sentido culpables, han sido miradas con dureza y con desprecio, han tenido que dar explicaciones que en muchos casos nadie ha entendido o no ha querido entender.
Nadie duda que la mejor y primera opción siempre es dar el pecho a tu hijo. Pero las circunstancias de cada madre son diferentes, y antes de juzgar deberíamos pararnos unos segundos y pensar porque esa madre ha decidido o ha tenido que dar el biberón. Porque la opción de dar directamente lactancia artificial existe, y no por ello son peores madres.
“Quería dejar de dar el pecho y pasar directamente a la lactancia artificial”
En mi caso siempre tuve dudas en cuanto a dar el pecho, pero cuando nació mi hija, en un parto programado por bajo peso del bebé, decidí intentarlo. Fueron los dos meses y medio más angustiosos de mi maternidad. La niña no se podía enganchar por lo que tenía que usar una pezonera, me resultaba un engorro. Mientras preparaba a la niña, me ponía la pezonera, se llenaba de lecha la pezonera, la niña no paraba de moverse, se caía la pezonera y se derramaba la leche, todo eso aunado a que no me gustaba dar el pecho ni delante de gente ni en la calle. Ese momento se convirtió en un martirio. No disfrutaba, solo quería que pasara, no existía ningún vínculo especial con mi hija en ese momento (como describen otras madres). Y a todo esto se sumaba el cocktail de hormonas del momento, más la culpabilidad que sentías de querer tomar la decisión contraria a lo que estabas haciendo. Pude pedir ayuda, mucho se habla de sentirte acompañada por una profesional en esos momentos de incertidumbre y desconocimiento, pero no quería. La realidad es que no quería ayuda, quería dejar de dar el pecho y pasar directamente a la lactancia artificial. Y así lo hice. Y sé que lo hice bien. Pensé en mi bebé, pensé en mí, y a partir de ese momento todo fluyó. A partir de ese momento empecé a disfrutar, a sentirme bien con todo lo que estaba viviendo.
“Vivamos cada una nuestra maternidad como mejor sepamos y podamos”
Por eso tú, madre que has elegido la lactancia artificial, no eres menos que otra madre, has sido valiente (quizá incluso más que otras), quieres a tus hijos, cuidas a tus hijos, te preocupas por tus hijos, igual que las madres que han dado el pecho.
Por eso tú, madre que has elegido la lactancia materna, antes de juzgar, criticar, o dar lecciones, piensa en la otra madre, ponte en su lugar, es una madre como tú, y piensa en cómo te gustaría que te tratarán si hubieras estado en su situación.
Mujeres y madres, dejemos de criticarnos y vivamos cada una nuestra maternidad como mejor sepamos y podamos. Porque todas, hacemos lo que hacemos, pensando en lo mejor para nuestros hijos.