2 años después sigo preguntándome cómo se dividen los recuerdos que creé contigo.
¿Quieres las miradas suspirando que te dediqué?, ¿o me las quedo?
¿Me puedes pasar algún abrazo en los que me sentía protegida de todo?
Hay tormentas en las que ese retroceder a tus brazos es el único paraguas que se atreve a cobijarme.
Me sobran 2 o 3 miradas condescendientes, te acepto a cambio algunos de los sermones que te solté y jamás me pediste.
Necesitaría 30 o 40 risas compartidas, ¿te hacen falta? Tenemos de sobra.
Ojalá poder regalarte memorias que ni siquiera viste, como cuando te miraba dormir. Te cambiaría alguna mía por otras cuantas tuyas. Y así, podríamos jugar a refugiarnos en el pasado de los chaparrones que han caído después, han traspasado ropa y nos han calado demasiado dentro.
Podríamos honrar el reino de un tú y yo que hacían un nosotros en el que nos queríamos quedar.
Te propongo un stand by.
Un conato de tregua.
Una especie de alto el fuego.
El 15 de junio es una cápsula del tiempo.
Un día al año en el que no existen ya noes, ni es ques, ni peros.
Un día al año en el que vuelvo a conectar con la quimera de un y si para siempre en estéreo.
Un día al año en el que, pase lo que pase, te quiero.