Es 24 de octubre del 2024 me meto en X y leo varios titulares que anuncian que varias mujeres denuncian a Errejón por violencia sexual, mis ojos se empapan de impotencia al recordar la historia de Lola…
Era una soleada tarde de primavera y Lola se vestía para salir por las calles del barrio madrileño de Chamberí, iba contenta y tenía ganas de bailar, hasta que una de sus amigas tuvo la idea de llamar a un grupo de amigos que se encontraba en la misma zona.
Al principio, todo parecía corriente, se divertían, se reían y alguno que otro se intentaba acercar.
Lola habló con uno de ellos que aparentemente parecía normal, y el tipo así, sin más le lanzó un pico. Ella se quedó asombrada (no en el buen sentido de la palabra) y continuó bailando. Al poco tiempo el chico la invitó a salir a la calle, le recalcó que ella le gustaba, pero que no podía enterarse el resto porque iba a ser padre. Intentó acercarse aún más, pero ella le apartó, él le dijo que entonces se iría a su casa, y ante la negativa de Lola, él la persiguió.
Lola empezó a sentir cómo su corazón palpitaba mientras caminaba rápido por las calles que gracias a Dios estaban concurridas, pero por el espejo de uno de los escaparates veía su sombra, se volvió a meter en el local y el tipo seguía invadiéndola durante un buen rato. Ella se lo comentó a alguna de sus amigas y
su hermana se percató de lo que estaba ocurriendo. Cuando estaba en la barra del bar el chico la intimidaba, cuando hablaba con otras personas la seguía acosando, hasta que hubo un momento que la invadió en la barra y la impidió el paso. Lola pidió ayuda a uno de sus amigos, el supuesto “amigo” lo vio y se fue…
Se sentía sola y desprotegida, hasta que por fin uno de los camareros dio la voz de alarma, seguridad se plantó en el local y retiraron al chico, pero para rematar sus amigos la llamaron “puta” y les echaron del sitio.
Ella hizo lo que a todas nos recalcan y lo que los mismos trabajadores del local le aconsejaron: denunciar.
Así que, con las manos temblorosas, ojos llorosos de impotencia y ansiedad pidió ayuda y se plantó en comisaría. La policía muy amable la escuchó y la tranquilizó.
Meses más tarde el presidente de la Federación Española de Fútbol, Rubiales, dio un pico sin consentimiento a Jenny Hermoso y para colmo, aquellos que aquel día no supieron ver lo ocurrido criticaban la actitud del entrenador, y es que quizás
tenemos algunas conductas machistas tan arraigadas que los valores de la sororidad e igualdad solo son detectables cuando se ven los casos desde fuera.
Esta historia os la cuento porque por desgracia conozco muy bien
a Lola, pero aún es pronto para contar más detalles. En la actualidad acusan a Errejón por violencia sexual, pero podría ser aquel jefe que abusa de una trabajadora, un político de derechas o cualquier “amigo” baboso que te toca el culo o te lanza un pico, ya que la violencia machista es una violencia estructural.
Iñigo Errejón un hombre con cierto poder, como también lo tenía Rubiales y aquel tipo que acorraló a Lola. Y al otro lado, “Más Madrid” un partido que defendió el feminismo es cómplice y se pone una venda en los ojos (como también lo hizo aquel día el amigo de Lola o el entorno de Rubiales). Eso sí, en los mítines políticos se enorgullecen de “defender una igualdad” que no existe en su partido, y entonces te das cuenta de lo desprotegidas que estamos y duele ver que aquella “izquierda” que parecía que luchaba contra la violencia sexual se destiñe y se viste de
hipocresía.
Dejemos de callar, de ocultar la misoginia que a veces acaba en agresión y que muchas veces se encuentra en nuestro ambiente, porque tal y como dijo Audre Lorde:
“Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá”.
Excelente Macarena, muy bien explicado y tan cierto lo que dices: Mi silencio no me protegió. Tu silencio no te protegerá. Que todos estos ejemplos nos ayuden a no callar y proteger y cuidar a quienes deciden no callar. Gracias