Un lugar inmenso, frío y salvaje. Nuestra visita a este archipiélago ártico noruego estaba motivada por el afán de encontrar osos polares, aunque nos sorprendió con muchas otras sensaciones, aprendizajes y experiencias. Con su naturaleza intacta y su vida salvaje, Svalbard ha sido tradicionalmente un destino para investigadores, aventureros y turistas que buscan experimentar la vida en uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Nos sentimos como un Richard Weber en sus expediciones, intrusos en la inmensidad de la naturaleza, pisando un musgo que nunca fue pisado, estrenándolo a cada paso. Sin embargo, este paraíso ártico está sufriendo las consecuencias del cambio climático a un ritmo acelerado.
Longyearbyen y sus curiosidades
Aterrizamos en Longyear, la capital de Svalbard. No hay semáforos, apenas hay carreteras. La forma de moverse por el archipiélago en verano es con transporte marítimo. En invierno con motos de nieve y por mar. Se trata de una pequeña ciudad de la que no puedes salir si no vas con guía armado o dispones de una licencia noruega para poder llevar el arma tú mismo. Los ataques de osos polares son muy peligrosos, y en el archipiélago hay 3.000 reyes del ártico frente a las 2.000 personas que lo habitan. Llama la atención los carteles en las puertas de los locales advirtiendo que debes dejar tu arma fuera porque en el interior no hay osos. Incluso carteles en español solicitando no tocar los osos disecados expuestos. ¡Cómo nos gusta tocar a los españoles! Más allá de los ataques de osos, se trata de una ciudad muy segura: de hecho la gente deja los coches con las llaves puestas. ¡Tampoco es que nadie vaya a llegar muy lejos robando uno! Eso sí, es ilegal morir o nacer allí desde 1950. No hay instalaciones médicas adecuadas para atender los partos por la baja población que hay, y las altas temperaturas no permiten que los cuerpos enterrados se descompongan. Otro detalle que llama la atención es que el consumo de alcohol está limitado mensualmente. Con las largas noches de invierno muchos se dan a la bebida y el gobierno decidió poner una cuota máxima para comprarlo en supermercados (eso sí, si compras en bares apoyando el comercio local no tienes límites). Y a nivel impositivo, es una de las pocas áreas del mundo donde no se pagan impuestos directos.
Merece la pena dar un paseo por la ciudad, tomarte un café en el acogedor café Huskies donde te da la bienvenida un perrito encantador, disfrutar de comida local en el Stationen o el Vinterhagen o entrar en el Svalbard Museum. El banco mundial de semillas, que permite la conservación de las semillas y protege la riqueza vegetal, no se puede visitar porque el túnel de acceso a las instalaciones tiene filtraciones de agua como consecuencia del deshielo del permafrost.
Nos alojamos en Russkiy Dom y conseguimos muy buenos precios (teniendo en cuenta que Noruega no es un destino lowcost precisamente). Cuando llegamos para preguntar por actividades a las principales compañías nos redirigían siempre a la web, por lo que es mejor planificarlo y reservarlo todo con tiempo en internet para asegurar disponibilidad. Hay muy poca gente y por lo tanto no hay demasiadas empresas organizando excursiones en Svalbard. El hostal giestehuset102 agrupa en su web las actividades clasificadas por tipología de las principales compañías para que puedas decidirte por las que más te gusten y reservar desde casa. Cuando miramos en julio, algunas ya estaban completas para abril del año siguiente.
Actividades de día es más fácil reservar. Contactamos con Green Dog Svalbard para recorrer los alrededores de Longyear en trineo de perros (en este caso con ruedas, porque en verano no hay nieve). La verdad es que, aunque los perros tienen buen aspecto y el equipo muestra afecto hacia ellos, las implicaciones que tienen estos negocios para el turismo en los animales son duras. No pueden soltarlos por ley, ya que podrían matar otros animales salvajes. No los sueltan en la jaula en la que tienen a 150 perros, porque entre ellos no todos se llevan bien y también corren el riesgo de peleas. ¿Solución? Los tienen atados desde el primer año de edad hasta los 10 años, cuando los ofrecen en adopción porque ya no pueden tirar del trineo. 9 años atados 24h/ día, de la cadena al trineo. La ansiedad que muestran cuando van a salir en el trineo es desoladora.
Barentsburg acompañados por Ballenas
Nuestro viaje a Barentsburg, el segundo asentamiento más grande de Svalbard, arrancó con una zodiac semirrígida y unos trajes secos con los que nos sentimos los protagonistas de Armageddon. De camino avistamos decenas de frailecillos, y algunas ballenas jorobadas, rorcuales comunes y ballenas minkie. Vimos también focas y suelen avistarse morsas cerca de los glaciares. Estábamos sólos, ni un barco alrededor, por lo que la sensación de identificarlas al ver sus soplos y verlas aparecer a escasos metros de la zodiac al acercarnos era muy emocionante. Nos dijeron que en ese trayecto a veces se avistaba también una ballena azul que migra en verano. Es impresionante las distancias que recorren estos cetáceos. Migran de polo norte a sur en función de la temporada.
Paramos a mitad de camino para dar un paseo y hacer un picnic. Impresiona ver cómo antes de bajar de la embarcación, el guía prepara el arma y se asegura de que la zona está despejada. Nos fascinaron los renos, los zorros polares y la cantidad de aves que se encargan de fertilizar los acantilados. Estábamos sólos. De hecho, no se ve nada construido por el hombre en el horizonte durante kilómetros. Al llegar al asentamiento ruso minero de Barentsburg sentimos estar en un pueblo fantasma en el que tan sólo nos cruzamos con unas 10 personas. Entre casas abandonadas y caminos alzados para no ser cubiertos por la nieve, nos sorprendió una familia de Belugas costeando por el puerto. Contamos más belugas que personas de hecho.
Pyramiden, asentamiento soviético abandonado: Una ventana al cambio climático
Al desembarcar en Pyramiden te sientes en el setting perfecto para cualquier película histórica soviética. La sensación es de haber viajado a otro punto en el tiempo y el espacio. Merece la pena disfrutar del sol de medianoche en el asentamiento.
Este trayecto era nuestra esperanza para encontrar al Rey del Ártico. Pyramiden descansa en frente de Nordenskiöld, un glaciar enorme en el que hay un 30% de probabilidad de ver osos en verano. Está prohibido avisar a otras embarcaciones de su avistamiento, aunque nos comentaron que hacía dos semanas que habían visto uno por esta zona . Pretenden evitar persecuciones que provocan estrés en estos increíbles animales protegiendo su integridad. Lo mágico, es que cuando te topas con ellos es totalmente sorprendente e inesperado. Los osos viven en el ártico porque es donde encuentran el hábitat adecuado. En los glaciares se sienten más ágiles y aislados para poder alcanzar a sus presas. Con la subida de temperaturas es más habitual encontrarlos cada vez más al norte. El recorrido lo hicimos con el barco Billefjord. Conocimos a Kristen, una bióloga con más de 30 años de experiencia que trabajaba como guía en Svalbard. .
Se le notaba emocionada transmitiéndonos lo importante que era viajar a Svalbard y ver cómo estaba impactando el cambio climático en el archipiélago. La comunidad internacional científica predecía que en 30 años ya no habría glaciares allí. El año pasado corrigieron la predicción acortándola a 20 según estudios del Polar Institute, derritiendo 100km2 al año durante las últimas 4 décadas. El ártico se calienta el doble de rápido que el resto del planeta, TheGuardian sostiene incluso 6 veces más.
Los glaciares actúan como enormes reservas de agua dulce y son esenciales para regular el clima tanto local como globalmente. Su deshielo contribuye al aumento del nivel del mar, lo que amenaza a comunidades costeras alrededor del mundo y a la cadena alimentaria del ecosistema, desde los microorganismos que habitan los glaciares hasta los osos polares que dependen del hielo marino para cazar. Con la subida de las temperaturas está empezando a llover en el archipiélago, la lluvia se introduce en las grietas de los glaciares y acelera el ritmo de deshielo. Ahora mismo están retrocediendo a un ritmo del 7% anual. El permafrost ocupa una superficie de 23 millones de km2 que amenaza con derretirse, liberando carbono y metano, un gas de efecto invernadero 28 veces más potente que el CO2.
Andrea Spolaor, Consejo Nacional de Investigación Italiano en química ambiental
Este archipiélago ártico sirve tanto de advertencia como de inspiración a todos los niveles. Por un lado, para actuar cuanto antes. Concienciar sobre la aceleración del retroceso de los glaciares, la disminución de la cobertura de nieve, y las consecuentes precipitaciones, avalanchas o riesgos para especies en el ártico. Por otro lado, es mágico sentarse bajo el sol de medianoche a mirar el horizonte, intentando diferenciar dónde acaba el glaciar y dónde empiezan las nubes, con la esperanza de que vuelvan a cruzar una manada de belugas, o tal vez un oso polar. Aunque esto último parece cada vez menos probable.