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El mundo al revés

Y así fue como le cambio la vida, sin quererlo y sin esperarlo, como repentinamente quedó encorsetada por aquella cama ejecutora del reposo, un castigo que era su zona de confort, ahí se sentía segura, a salvo y era parte de su curación. Llevaba el control innato en su ser y ahora ella estaba siendo controlada, no te puedes mover, ni levantarte, ni caminar ni hacer nada sin que nosotros lo sepamos. Empezó a ver su vida en fotogramas, se dio cuenta de que no había visto suficientes amaneceres, ni comprado aquel labial rojo que tanto le gustaba, no había abrazado suficiente a su pequeña y como tenía demasiados besos guardados para su compañero de vida, ese hombre al que habían derrumbado como caen los edificios en las guerras, sin piedad.

Me encantaría cogerle la mano, decirle que todo va a salir bien, que se recuperará, pero lo cierto es que no lo sé.

Me gustaría decirle que luche, pero no sé si servirá de algo, porque no hay nada más ingrato en esta vida que pelear o sufrir sin recompensa. Menuda recomendación le he dado, “ponte metas cortas”, mentira… mi consejo es… disfruta cada día como si fuera el último, mira al mar como si fuera la última vez, sumérgete en él aunque los puñales de la piel te recuerden lo enferma que estas y que a tu reloj cada vez le quedan menos horas, acércate a ese compañero que se ha olvidado de que existe solo porque te ama, sin más razón, no hay otra en estos momentos. Abrázalo, porque tú estas enferma, pero él necesita de ti para seguir, busca su corazón que está escondido y aterrado, mal cosido con hilos de dolor tan duros como telas de araña. Quisiera decirle que le queda un largo camino de sufrimiento con días en los que la rabia será tan grande que ni los volcanes podrían igualarla, pero que también habrá momentos buenos que valdrán todo el oro del mundo y que le harán darse cuenta de lo afortunada que ha sido durante toda su vida.

Cuando acabe, no será la misma, ni él tampoco. Un Tsunami les ha dejado el mundo al revés y nada brillará igual, ni siquiera el sol, porque donde antes era capaz de taparlo con un dedo, ahora ni el más grande de los poderes iluminará los días oscuros. La miro y me aterra, pudimos ser nosotros, pero por fortuna por ahora no es así. Intento casi no hablarle, limitarme a trabajar, esforzarme por dejarla ahí donde está, porque no vague su reminiscencia en mi cabeza de manera constante. Un recuerdo que me remueve todo por dentro.  No quiero estar ahí, pero lo he elegido y me llena el alma, pero a la vez me hace ver la fragilidad del ser humano, me recuerda como caminamos en una cuerda floja me evoca que aún tengo días en los que lucho para volver a creer que puedo tapar el sol con un dedo, pero este bloqueo no me deja.

Ella aún no es consciente, pero le queda un largo y tortuoso camino bajo el que está sometida a la más exhaustiva de las vigilancias, a la peor, a esa que te aterra y no te deja dormir.

Mañana es el primer día de su vida al revés, de días de oscuridad y dolor, de preguntas sin respuestas.  

Jamás la olvidaré, lo sé porque ella ha hecho que escriba, pero tampoco me olvidaré de él, como sus ojos no dejan de estar bañados en agua, esa sensación donde las lágrimas no te dejan ver más allá, su piel está roja, porque el sufrimiento no se esconde, como la tristeza hace que sus párpados pesen y no le dejen ver ni pensar con claridad. La quiere, se respira en el aire, dos almas que han nacido para completarse.

Finalmente, les deseo un buen camino, les envío fuerzas, esas que me han faltado a mí en ocasiones y que a él siempre le han sobrado, espero que hayan elegido buena familia porque la van a necesitar. Egoístamente pienso en nuestra suerte, en que tengo un compañero increíble que me ha dado lecciones de humildad, fortaleza y que me ha demostrado que con una sonrisa, todo se lleva mejor, como nuestro pequeño ha hecho que nos levantáramos en los días más pesados y lo afortunada que soy porque tengo una familia maravillosamente imperfecta.

Nayra Moreno Pérez

Aprendiz de la vida, apasionada de los viajes. Escribe para sanar. Resilente.

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