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No somos nuestro “don”

¿PROPÓSITO, TALENTO O DON?  UNA DUDA EXISTENCIAL

Md. John Pinos Tigrero

¨No somos nuestro DON¨ , hace tiempo era la idea que retumbaba en la cabeza de Santi después de haber charlado por horas con su abuelo y es que había tenido días difíciles en el hospital donde cursaba su residencia de Medicina Crítica , uno de los más prestigiosos Hospitales de la Ciudad El Hospital Luis Vernaza, donde apenas hace 2 meses había ingresado con mucho esfuerzo tras ganar el único cupo de becado que ofertó por esos meses su universidad.

Y así cargado de expectativas había iniciado duras jornadas de turnos llenos de pacientes inestables, reclamos de los compañeros de la guardia entrante por los pendientes, clases post turno, interminables jornadas de asistencial en las salas de hospitalización y lecciones al pie de la cama del paciente tomadas por el tratante de turno, que más que lecciones parecían el interrogatorio de un homicidio, días difíciles si el termino era lo suficientemente descriptivo como para que se entienda el contexto .La peor parte era esa duda existencial que le arrebatada la paz por las noches, y que le susurraba en el oído la misma frasecita repetitiva “¿Es esto lo que realmente me gustaría hacer el resto de mi vida?” y de ahí desencadenaban largas noches meditando qué era lo que realmente le había movido a estudiar esa especialidad; se repetía una y otra vez el pensamiento que le daba certeza para seguir y era: “¡Nací para esto, no sé hacer otra cosa!” , pues desde siempre le había gustado ayudar a su mamá a cuidar de su abuelito, recordaba como para él no era un problema hacer vigilias al pie de su cama vigilando que la fiebre de su abuelo cesara, también limpiarlo y cambiarlo de pañal, darle sus medicinas y alimentarlo. “Tal vez lo hago por amor y no por que sea mi don”, pensó.

Entonces recordaba las veces que durante la medicatura rural había caminado por horas para visitar a familias en comunidades casi incomunicadas en Julio Moreno  el pueblito donde le había tocado atender y que cuando al fin llegaba a la casa de esa familia en la lista de la visita domiciliaria sentía que llegaba al cielo , recordaba como se le dibujaba una sonrisa cuando la madre de esa familia salía con sus chiquitines llenos de tierra y piojos para que por fin alguien le diera “pastillitas para curarles los bichos” decía, era un placer medir y tallar a esos traviesos que solo preguntaban ¿para qué es esto? , señalando el estetoscopio, ¿para es esto ?otro señalando el otoscopio y agarrando todo sin la más mínima prudencia persiguiendo  al hermano menor para revisarle los bichos de las orejas , era una sensación inolvidable,  Santi sentía como se le erizaba el vello solo de recordar esas risas estruendosas … pero ¿era eso el don? .Era eso la razón para estar ahí en el hospital un año después , pasando miles de horas dentro del Hospital sin comer cuando los turnos se llenaban de Pacientes con hemorragias gastrointestinales profusas que llegaban a la Uci en Shock Hipovolémico , o los pacientes con Infartos masivos que los residentes de emergencia derivaban diciendo “Está estable doc” y cuando llegaban a Uci prácticamente recibían pacientes agónicos , eso por decir algunas de las cosas , por que además del hambre por no tener tiempo para poder bajar a la hora del almuerzo por ese turno saturado , estaban las largas jornadas de quejas de los familiares reclamando por no poder pasar mas veces a ver a sus familiares y por la falta de medicamentos que los “doctorcitos” piden ; las licenciadas que reprochaban al tratante del área que el doctorcito nuevo no descargó los insumos.

Últimamente no había oído el “GRACIAS DOCTOR”que tanto le llenaba el alma cuando era residente en el consultorio del Centro Médico donde había trabajado antes de entrar al post grado, se reprochaba tantas horas estudiando los meses previos al examen de admisión para el post grado para ser tratado así. ¿Era eso ser especialista de Medicina Critica?

Había tenido un fin de semana libre después de dos meses de rotación y por fin pudo ir a ver a su abuelito quien al verlo llegar con esas ojeras de mapache y ese cuerpo delgado como cuando se hizo adolescente y parecía suricata desnutrida como Él le decía, le abrió los brazos desde el portón donde permanecía sentado en la silla de ruedas pues le encantaba ver pasar a la gente y conversar con los vecinos a eso de las 3 de la tarde.

-“Santi”, mi suricata le dijo con una sonrisa, “¡ven a mis brazos!”. Santi corrió a darle un abrazo fuerte, sentía como las piezas rotas se le juntaban, hubiera llorado como un niño en ese preciso momento, pero no lo hizo, prefirió reconfortarse en ese abrazo calentito con olor a naftalina y colonia 7 mares.

-“Abuelo, he tenido tantos días duros y quería preguntarte una sola cosa, quiero saber si ser Doctor es mi don, ya sabes mi talento, mi propósito, ¿para lo que nací?”

-Su abuelito le respondió: “Mira Santi;  cuando eras pequeño jugabas a ser doctor y cuando tus amiguitos se caían en el futbol tú eras el único que corría a levantarlos y le preguntabas  ¿te duele? Le ponías tus manitos en la rasmilladura para que ceda el dolor, cuando veías a un amiguito vomitar en la escuela por que algo del lunch le sentó mal, siempre nos llamaban por teléfono  a casa y era la mama de ese compañerito a decir que el único que le acompaño al baño a lavarse la cara y limpiarse habías sido tu  y ni hablar de todas las veces que cuando estabas en el colegio siendo ya un adolescente eras el único que tenia la sala llena de amigos que no entendían el Ciclo de Krebs y eras el único que los citaba en casa para explicarles o cuando empezaste la universidad y estudiabas por las noches neurología y venias y me explicabas como mi cerebro de abuelito estaba cambiando y me anotabas las cosas mas lindas de mi memoria para que cuando las empiece a olvidar las lea en ese pizarrón que me compraste y que tiene tu letra de médico que son jeroglíficos, pero que cuando la miro se que dice que tú me cuidas ,que siempre cuidas a los demás… Santi la humanidad y el servicio es tu DON definitivamente, pero no eres solo eso, eres mucho más, eres un ser humano que tiene muchos más talentos pero que hace cosas con ese don. No somos nuestro don, somos lo que hacemos con ese don en la  vida de otras personas, y tú haces mucho”.

Santi sintió como el mundo se reinicio ante sus ojos, lo sabía, ahora todo estaba claro, no se trataba de cómo se sentía él al ser médico, si no de cómo hacía sentir a sus pacientes y a quienes llegaban a su vida, se trataba de llegar temprano a la consulta y revisar la historia clínica antes para que el paciente se sienta conocido por su médico no un número de paciente más, se trataba de mirarlo a los ojos mientras contaba sus dolencias y decirle que haría lo posible para ayudarlo a mejorar, se trataba de decirle “felicidades” al paciente que había sido extubado esa mañana y que despertaba adolorido, se trataba de acompañar a los pacientes quemados en sus sesiones de curaciones y darles animo por su valor, se trataba de consolar a los familiares que perdieron a su paciente y de ser empático con su dolor. Ese era el propósito de estar ahí, ser una herramienta para que los días de esos pacientes sean mejores, se trataba de estudiar sobre la nueva variante del Sars- Cov2 para poder dar un tratamiento eficiente y no conformarse con dar lo que hay en el hospital, se trataba de decir: “¡No sé como tratar a este paciente al R3!”, y pedirle ayuda aunque todos se burlen de que eres el R1 más preguntón.

Ese día Santiago empezó a hacer cosas con el don, llegó a tiempo a la sala de Paro, preguntó a la licenciada de turno las novedades y se puso a hacer las evoluciones del día con paciencia y dedicación, revisó y tocó a cada paciente con sus guantes a pesar de que la licenciada le dijo en varias ocasiones que a ese paciente lo iban a restringir de los medicamentos vasopresores que lo mantenían vivo, les habló aunque estuvieran sedados y no dejó pendientes para su turno entrante; nadie lo felicitó , nadie notó lo que hizo ese día, pero él sabía que algo había cambiado. Esa noche al terminar su turno el tratante de su área le dijo: “Santiago mañana te quiero ver igual de comprometido que hoy, ojalá se haga epidemia en la sala tu actitud ojalá todos estemos contagiados”.

Santi sonrió y supo que llevaba dentro de su corazón el agente desencadenador de una nueva epidemia en su ciclo de rotación había que poner manos a la obra, esa noche por fin durmió en paz y en sus oídos escucho la voz de su abuelo que le decía: “Tu don me hace sentir valioso” y sonrió.

Giovanna Tapia

Mujer valiente, resiliente y tenaz, madre orgullosa, médico apasionada.

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