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A quien madruga Dios afea

Observen las caras de la gente un lunes por la mañana en el metro de Madrid, unos bostezan, otros se limpian las legañas, otros tantos están tristes, pero rara vez me he encontrado a alguien sonriendo o con buena cara.

Todavía recuerdo cuando le comenté a mi ginecóloga que no puedo dormirme antes de las 2 de la mañana aunque madrugue, que rindo mejor trabajando por la noche y que jamás me he podido concentrar a primera hora del día. Su respuesta fue clara, eres vespertina, y el mundo no está hecho para ti.

Conozco a gente que les gusta madrugar y por la noche no son persona, en mi caso es al revés y gracias a Dios al ser autónoma he podido adaptar mis horarios de otra manera , sin embargo, cuando he trabajado para otros, he tenido que adaptarme a sus horarios, trabajando cansada y con menos rendimiento que si lo hubiese hecho a otras horas del día.

Si trasnochas tu vida es caótica y no aprovechas el día y si madrugas Dios te ayuda. Pues no señor, todos mis libros los he escrito por la noche. Me gusta disfrutar de su silencio acompañada de inspiración y despertarme cuando mi cuerpo me lo pida, no me gusta vivir con alarmas, con el ruido de la mañana y observar  a gente agotada en el metro. He madrugado y Dios no me ha ayudado, me ha puesto de mal humor con ojeras y desayunando cuando no tengo apetito para ir a trabajar como una marmota.

Adaptemos a los vespertinos a la sociedad, porque como bien dijo Johann Wolfgang:

 La noche es la mitad de la vida, y la mejor de la mitad”

Macarena Arnás

Escritora y psicografóloga. Inquieta e inconformista por naturaleza.

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