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2020, año cero

año

Dos mil veinte creo que lo cambió todo, o al menos lo que llevábamos vivido hasta ahora, se supone que al acabar el año cada uno hacemos una reflexión de lo vivido y supuestamente los sueños o metas a cumplir en el siguiente.

Y terminaba 2019 un año lleno de todo un poco, pero sobre todo la pérdida de mi padre, pero la vida seguía así que despedí el año brindando, riendo y deseando cosas bonitas para el próximo 2020, ¡qué cifra más redonda, más bonita! Voy a hacer esto y lo otro, viajar, ir al gimnasio, ver más a los míos, a mis amigos, abrazar, bailar….. y llegó enero y se oían cosas de China, un virus jaajajja, ¿qué? Eso no va con nosotros, China está muy lejos, audios, noticias, desquicie, rumores, y yo incrédula reía.

Vino febrero y las noticias resonaban cada vez más, hasta que llego un 13 de marzo donde fui a trabajar esa tarde y estaba sola en el bus y en el metro, llegué al trabajo y aquello parecía de todo menos “normal”. Gente corriendo, compañeras despidiéndose, no entendía nada, entonces me llamó mi jefa y me dijo: “Ana vete a casa”. Miré a una de mis mejores a amigas y se puso a llorar y la consolé pero de lejos…. Y ahí empezó todo a ser así “de lejos”, pero obligado.

Se acabaron las risas y los abrazos, se acabaron el reunirnos, los míos, los tuyos, los besos, y volví a casa, no estaba sola, pasé aquel tiempo ahora lejano acompañada de un buen amigo y dos perros preciosos, y con alguien que por aquel entonces compartía mi vida. No os voy a engañar, todo aquello me impactó y aún lo hace cuando lo recuerdo, pero aprendí muchas cosas por el camino; aprendí que las cosas despacio se disfrutan más y mejor; aprendí que estar conmigo es algo de lo que me he acabado enamorando; aprendí que siempre estas a tiempo de llamar, de pasar rato con quien importa; aprendí a descubrir que soy más de lo que creía; aprendí que los que importan están y los que no, es que en realidad nunca lo estuvieron; aprendí que a pesar de estar encerrada si tu alma no lo está jamás te sentirás preso; aprendí a disfrutar de ducharme tranquila, a no correr a destiempo, a que no somos nada si no hay un todo junto a otros; aprendí a sentir más los olores, la cocina, las risas, a bailar; aprendí a conocer a quien tenía alrededor, descubrí que cantar me hacia bien.

Así que este año NO, no desearé hacer cosas, ni quiero metas ni objetivos, lo que deseo este año es todo aquello que perdimos ese marzo de 2020, abrazos, reuniones, libertad, pasión, deseo… que tú el que me esté leyendo, tenga todas esas cosas que verdaderamente importan. ¿Por qué? Por que SÍ, no te has dado cuenta aún de todo lo que nos hizo sobrevivir, fue únicamente EL AMOR.

Querido dos mil veinte te cambio por dos mil VENTE: vente a volar, vente a viajar, vente a sonreír, a escuchar, a sentir, a soñar, a amar. Como nunca antes lo hiciste, vente, vente y vente. Hazme un pequeño favor, solo uno…QUÉDATE PARA SIEMPRE.

Ana tey

Actriz sevillana, viviendo en Madrid, vitalista y muy activa en grupos de Whatsapp.

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