fbpx

Vivimos en un mundo de estímulos

Basta con deslizar el dedo hacia arriba o hacia abajo, o hacia la derecha o  izquierda, para cambiar los estímulos que ver en tu pantalla; y generalmente, son segundos los que tardamos en decidir si hacer esto o no. Quizá, por esto ahora las canciones, y gran parte de contenido audiovisual, sea de duración más corta y, en mi opinión, de peor calidad… ¿a dónde vamos con tantas prisas?.

Pasa lo mismo con las relaciones interpersonales, si nos aporta algo de utilidad estamos dispuestos a quedarnos un rato ahí, pero en el momento en que sentimos que esto desaparece, o que las cosas se ponen algo complicadas, decidimos abandonar el barco bajo el lema populista de que tú vas primero, del autocuidado y del amor propio… sin darnos cuenta que cuando hacemos esto no somos personas que prioricen su salud mental o autocuidado, sino personas individualistas con una notable ausencia de empatía y gestión emocional.

Se nos enseña desde pequeños a que debemos de poder solos, animar al resto a ser solo ellos quienes consigan sus objetivos.

Se nos transmiten valores como la generosidad, la empatía o el amor hacia el otro, pero luego en la práctica prima más el mirarnos a nosotros mismos, ante la creencia de que si no lo hacemos nosotros nadie lo hará… ¿qué pasaría si empezáramos cada uno de nosotros a mirar a quien tenemos al lado?, ¿y si le acompañásemos desde el amor, la empatía y con el único deseo de ayudarle a ser feliz y lograr sus objetivos?. 

Obviamente, llegar a esto no es sencillo, porque conlleva ser conscientes de que nosotros estamos de paso, y que puede que en algún momento nuestros caminos se separen, sentirnos prescindibles, que mal lo llevamos…

Somos totalmente prescindibles, pero también somos irrepetibles. 

Hay una frase que creo que lo resume muy bien y que intento llevar a la práctica en mis relaciones: “No quiero que me necesites para nada, pero quiero que me quieras para todo”.

Las cosas verdaderamente valiosas e importantes requieren tiempo y esfuerzos, requieren a veces sacrificios, elecciones y pérdidas para poder tener otras ganancias; nadie nos ha enseñado a estar,  a sostener, a cuidar ni acompañar; nos gusta, obviamente, que otros lo hagan por nosotros, pero es importante no olvidarse de cuidar y dedicar tiempo y energías a quienes suelen cuidarnos en el día a día, os aseguro que muchas veces algunos cuidamos del otro por miedo a no merecer esos cuidados nosotros, o por temor a que si no ofrecemos algo no nos querrán. Es urgente empezar a cambiar estas dinámicas y demostrar que queremos a las personas siendo tal y como son, que no necesitamos nada más que verles bien o escucharles.

No corramos tanto, todos nos dirigimos al mismo final; (re)conectemos con nosotros mismos para poder (re)conectar con el resto. Frenemos un rato, aquí, en mitad de la carretera, dejemos de mirar hacia delante y tumbémonos en el campo al lado de esa persona pidiéndole que nos cuente su semana y que cómo está, pero cómo está de verdad. 

Vamos de aquí para allá cómo si fuéramos piratas en busca del tesoro de la vida eterna y, en el fondo, esa eternidad se logra a través de lo que hagamos sentir al resto de personas. Fijémonos en ellas, cuidémosles con el mismo amor con el que nos gusta que lo hagan con nosotras y así, con el tiempo crearemos conexiones reales alejadas de artificios innecesarios.

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.