fbpx

Una soledad aparentemente inevitable

¿Es elegida tu soledad o es una soledad impuesta por una aparente imposibilidad de compaginar tu vida con una red estable de cuidados o de poder crearla poco a poco? Desde que somos pequeños se nos anima siempre a conseguir las cosas por nosotros mismos; intentarlo, intentarlo e intentarlo… y únicamente ser legítimo pedir ayuda si ya has perdido la cuenta de las veces que lo has intentado, momento en el que se justifica esta ayuda con frases como “es pequeño todavía para poder solo”, “a él le cuesta más”, “todavía tiene que aprender”, etc.

Crecemos y, con ello, también crece la presión por poder con todo de manera individual y sin necesitar mucho del otro, las excusas desaparecen y nos vemos inmersos en una sociedad capitalista, individualizada y violenta en la que hasta se potencia el visualizar al otro como una vía a través de la cual conseguir diferentes intereses (propios obviamente), y no como lo que es: una persona real con sus miedos, sus inseguridades, sus heridas, sus sueños, sus preocupaciones y su vida, en definitiva, una persona mucho más parecida a nosotros de lo que creemos.

Pero no, esto a la sociedad no le interesa, no quiere que veamos estas semejanzas con el otro, ni que tengamos la posibilidad de compartir demasiado tiempo e intereses con el resto, porque esto puede provocar algo muy peligroso para una sociedad capitalista e individualizada: la autogestión, la creación de fuertes conexiones y redes, y la fuerza de la colectividad. Tenemos mucho más poder y capacidad de acción de la que creemos, fijémonos sino en qué sucedió en el tramo final de la vuelta ciclista.

A la sociedad le interesamos más como personas aisladas, solas, viendo en el otro “competición” o “peligro” y siendo un eslabón más en un gran juego de máscaras e hipocresía, en la que hasta nosotros mismos podemos llegar a replicar las bases del sistema con frases como: “No importa que no tengas a nadie, vete sola”, “antes de nada ni nadie tienes que cuidarte tú”, “si no te quieres y aprendes a estar solo nadie podrá luego estar bien contigo”, “hay que disfrutar y abrazar tu soledad”.

¿Y cómo se hace todo esto?, pues a través de trabajos precarios y de largas jornadas laborales, llenando nuestras calles de tráfico, y aniquilando cualquier atisbo de naturaleza o vida, vendiéndose lo rápido y atrayente como mejor opción y, sobre todo, generándonos en nuestra cabeza tal exceso de estímulos, ruido, preocupaciones y malestar que no tengamos tiempo de frenar, y por tanto, tampoco de cuestionarnos nada.

Por supuesto que no podemos depender de alguien para hacer cosas que queramos hacer, ni mucho menos perder(nos) o perder nuestra libertad por sentir que sin el otro no queda nada de nosotros; es importante tener esos espacios a solas y esos (auto)cuidados. El problema es que llevamos tanto tiempo mirándonos en el espejo, y

cuestionándonos si somos aptos, que se nos ha olvidado que a nuestro lado hay otra persona haciéndose las mismas preguntas con los mismos miedos.
No nos falta nada; ni formación para un trabajo explotador, ni kilos de más o de menos, ni ser más o menos atractivos, ni tener unas u otras cualidades… lo que nos falta es mirar a nuestro lado y preguntar, mirando a los ojos y sin temor a la vulnerabilidad (propia y ajena):

“¿Cómo estás?” “¿Necesitas algo?” “¿Puedo ayudarte?”

La sociedad y el sistema capitalista nos lo pone complicado, pero hoy más que nunca necesitamos la autogestión, la lucha y cuidados colectivos, cuidar de quien cuida, y no temer al de nuestro lado, tiene tanto miedo como nosotros aunque ambos juguemos a hacernos los fríos o precavidos.

Sé que puedo ir al cine sola, al museo o de viaje sola también… pero, yo es que ahora lo que quiero es ir con personas que quieran acompañarme, exponerme a esa incomodidad de sentir los riesgos de mostrar(me) y aprender a disfrutar el deseo de sentirme vista, cuidada y valorada, yo lo que quiero es conectar con el otro, tocarnos las heridas y descubrir que, en esa autogestión y en esa colectividad, reside la clave de absolutamente todo este juego diabólico de ser adultos.

Protejamos los centros sociales; desde hace semanas se está intentando desalojar el EKO, espacio sociocultural liberado autogestionado en Carabanchel, y seguir así con la destrucción de aquellos espacios que son nuestros y para todos y todes. ACAB

Cuidemos de estos y de todas las personas que nos rodean, somos seres sociales y necesitamos del otro, crear redes sólidas y estables con un apego seguro que nos cuide en mitad de esta sociedad enferma; escucho a veces eso de “desapego”, a este paso hasta nos desapegaremos cualquier día también de nosotros mismos, si es que no lo hemos hecho ya.
Repito: somos seres sociales, no temamos al otro, no tengamos miedo a necesitar de él, atrevámonos a compartir esa vulnerabilidad y verdad… no puedo ni quiero prometeros que siempre vaya a salir bien, pero es la única vía para dejar, de verdad, de estar solos.

Suerte a todos, si necesitáis cualquier cosa me tenéis a un “click” de distancia.

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.