fbpx

Salirse de la norma nunca es tarea sencilla

Salirse de la norma nunca es tarea sencilla; la sociedad continuamente vuelve a bombardearte con una aparente mayoría que sigue ese camino y que aparentan tener todo más sencillo bajo esa aprobación (y seguridad) social…

Salirse de unos moldes previamente establecidos, así como los espacios en los que hacer esto, debería conllevar unas dinámicas distintas entre quienes creen que hay otra forma de sentir, vivir y hacer las cosas. Deberían ser espacios en los que cuidar, proteger y reforzar el valor de las diferencias interpersonales, pero, lamentablemente en estos espacios es inevitable que no se generen unas nuevas normas que dividan a todas las personas en distintos grupos y categorías, dejando a tres o cuatro personas, que aún se cuestionan qué está ocurriendo en su interior, en una especie “tierra de nadie” que vuelve a aumentar las diferencias creando un espacio aparentemente colectivo, pero individualizado, que guarda más semejanza con las normas de la sociedad de lo que nos gustaría. 

No soy quién para ponerme a cuestionar dinámicas ni estructuras tan profundas, pero desde que trabajo como psicóloga me resulta complicado no caer en la tentación de observar bien mi alrededor con cierta mirada clínica, a la vez que curiosa. 

Dentro de mí están ocurriendo muchas cosas y cambiando muchas otras demasiado rápido para mi gusto; es curioso, siempre me ha gustado ocupar el rol de “quien cuida al otro”, “quién sola puede con (casi) todo”, pero ahora mismo lo que me asusta y me atrae es lo contrario; romperme, deshacerme, sentirme en manos ajenas y sentir que, aunque no sepa dónde estoy, soy visible ante el otro, quien me gustaría que confesara que también estuvo aquí tiempo atrás. 

Sigo pensando que nunca se me darán del todo bien las personas; y es que yo misma soy quien lo pone complicado a los de ahí fuera para que no les resulte sencillo entrar. Siempre me ha costado sentirme con el derecho de ocupar nuevos espacios, y mucho más sentirme parte de ellos. Esto, me hace cuando estoy a solas tener la ansiedad por las nubes, pensamientos demasiado negros en bucle y ganas de llorar al sentirme como esa niña perdida en ese gran centro comercial; pero, a la vez, siento orgullo de estar aquí y ahora, de permitirme observarlo todo atenta, y hasta acercarme en algunos día de valentía a alguna nueva persona interesante. 

Indudablemente, parte del camino sé que debo recorrerlo sola, al final es aquí dentro donde están sucediendo gran parte de las transformaciones, pero siento cierta envidia cuando veo esas redes de apoyo tan perfectamente tejidas a mi alrededor y tan “refugio”, desde fuera es bonito visualizarlas como esa casa a la que llegaron esas personas tras caminos más individuales y, probablemente, mucho más complicados que el mío.

Tengo amigas, por supuesto, algunas con las que son más el ayer y la nostalgia lo que nos mantiene unidas, otras que siguen a centímetros de distancia de mí y con quienes sigo conectando de formas distintas, pero aún así siento que en todo esto hay mucho que me aleja de todo lo previamente conocido, tal vez porque es más un viaje hacia dentro que hacia fuera. Es como ir en un vagón de tren vacío y escuchar que el resto va lleno de grupos de gente, tal vez el mío tampoco esté vacío, no lo sé, pero lo siento así.

No sabría explicaros con exactitud cómo estoy, aunque tal vez lo acabo de hacer; estoy triste porque siento que me alejo de caminos luminosos, seguros y en los que se encuentran personas a las que quiero; también siento cierta mezcla de alegría y adrenalina cuando me descubro quieta en mitad de un campo de flores observando a otros bailar, abrazarse, reír y sentir… tiempo atrás habría salido corriendo, sin ni saber a dónde, del miedo a verme sola o perdida. 

Hoy permanezco quieta o intento bailar, aunque no me sale del todo bien; es todo un paso, y una prueba de esa valentía que otros ven en mí y que a mí me cuesta algunos días encontrar.

No podría deciros mucho más de cómo estoy, aunque sé que voy por buen camino y que tal vez, antes o después, encuentre nuevas casas y refugios que hagan que no sienta esta nostalgia de ese camino por el que creía que solo por él podía ir.

Salirse de la norma nunca es tarea sencilla, no lo es, pero eso no significa que no merezca la pena hacerlo si crees que donde estás no es tu sitio.

Laura Lis Rodríguez

Psicóloga, feminista y soñadora. La inclusividad es la base del cambio.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.