Antes de entrar a desentendernos sobre quién tiró la primera piedra, vamos a situarnos. Nagorno Karabaj se encuentra en el vasto territorio del Cáucaso.
El Cáucaso está entre el mar Caspio y el mar Negro, entre Europa y Oriente Medio. Cuenta la leyenda que es el sitio donde a Dios se le cayó, por un despiste, el salero de los pueblos, justo cuando se disponía a repartirlos por el mundo. Así que bien aderezada está “la montaña de las lenguas”, donde cada uno habla su idioma y sigue sus reglas. Las repúblicas caucásicas son Georgia, Armenia y Azerbaiyán, pero también hay otros territorios, estados independientes bajo tutela de otros, las repúblicas caucásicas de la Federación Rusa, y países satélite o estados fantasma (como Nagorno Karabaj).
El Cáucaso es, por tanto, zona de disputas milenarias: Imperio Otomano, Ruso y Persa, y un largo etcétera hasta hoy día. Puente entre realidades y punto estratégico (tránsito de hidrocarburos), los vaivenes militares se han entremezclado con los religiosos, étnicos y culturales. Alberga una inmensa variedad de mitos y tradiciones, tantas que da para libro de Leyendas del Cáucaso y la estepa.
Y aquí dentro tenemos a Nagorno Karabaj, un cacho de tierra de unos 4.000km2. En el mapa la encontramos entre Armenia y Azerbaiyán, teniendo arriba a Georgia y a Rusia, a su izquierda Turquía, y por debajo Irán. Todas zonas tranquilitas.
De siempre, los azerbaiyanos musulmanes y los armenios cristianos ortodoxos -entre otros- se enfrentaron por el control del territorio, al que cada uno considera su hogar. El viejo cuento. Y Rusia, en la zona, jugó fuerte: primero la zarista, luego la comunista, y después la gran caída, su alargada sombra se les desplegó encima. El sentimiento de arraigo resurge, entonces, como respuesta a la dominación. Cuando el poder del más grande se debilita, los movimientos pequeños cobran más fuerza, hasta el auge nacionalista. De hecho, hoy en día ni siquiera pelean por qué Dios es mejor, o qué dialecto usar: se trata de una falta de acuerdo en la delimitación de fronteras (una vez más).
Nagorno Karabaj es un enclave de mayoría armenia y cristiana (son el 80%), pero, desde hace un siglo, su control pertenece a la musulmana Azerbaiyán (que representa el 20% de la población). Las dos realidades llevan en tira y afloja desde hace años, a momentos más peso los armenios, a momentos más peso los azeríes. El porqué del control azerí está, principalmente, en la repartición post-caída de la URSS, hecha a base de cartabón, regla y compás, y alguna otra injerencia internacional. El caso es que los de Nagorno Karabaj, hacia 1991, se autoproclamaron República de Artsaj, quieren plena autonomía, pero su tierra es parte de Azerbaiyán, y la comunidad internacional no reconoce su independencia. Armenia y Azerbaiyán, además, se tienen tirria de antes. Según a quién preguntes, cada uno ocupó el sitio del otro. Ahora, básicamente, van conquistando y perdiendo territorio a cañonazos. Algunos, de paso, también temen que ahora a Azerbaiyán se le vaya la mano retomando terreno, y acabe avanzando más de la cuenta.
En el campo pelean:
- Fuerzas separatistas armenias.
- Fuerzas azeríes.
- Tropas rusas que ayudan armenios.
- Terroristas.
- Otros grupos random que siguen intereses económicos de países vecinos (que ayudarán a quien más les convenga por un tema meramente geoestratégico).
Grosso modo Rusia va con Armenia, y Turquía va con Azerbaiyán. Pero ahora Armenia se anda juntando con los norteamericanos, y eso ha sentado regular. Y, entre medias, población civil en éxodo, más de 60.000, y temores de un posible genocidio.
Qué puede pasar:
- Que los de Nagorno Karabaj acepten la tutela de Azerbaiyán. Está por ver qué tipo de tutela, bajo qué estatuto, qué autonomía y qué libertad.
- Que los de Nagorno Karabaj no acepten la tutela de Azerbaiyán. Está por ver qué tipo de intervención adoptaría la comunidad internacional.
De momento, el presidente de la autoproclamada república de Nagorno Karabaj ha anunciado que “deja de existir”, se disuelve para garantizar la seguridad de su población. O de la mitad, porque el otro 50% ha huido camino de Armenia. El problema de la frontera imposible, sin embargo, no deja de existir.
Según la mitología griega, el Cáucaso es pilar sobre el que se sustenta el mundo. Pero también el lugar donde Zeus condenó a un eterno sufrimiento a Prometeo. Pilar o condena, todo se sustenta en los cimientos. Y esto no acaba aquí, por pilares. Lo escribió también Sorrentino: las raíces. Las raíces son importantes.
Vaya lío hay montado Carmen… muy buen artículo.
Gracias