Abrí la puerta y ahí estaba ella; sus ojos depredadores se cruzaron con los míos y unos labios carnosos asaltaron mi boca causando un beso sublime, suave, delicado, como si un cubo de hielo a punto de convertirse en agua estuviera bailando alrededor de mis labios. Entonces, ella se apartó, arrancándose la blusa y volviendo…
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