Todo parece normal. Mismo box con mis casquitos, misma gente resoplando, mismo pelota de la oficina pretendiendo darme órdenes, misma sonrisa diplomática, mientras pienso: “Que te jodan”. Miraditas con el macizo de la oficina pero, ¡eh! ¿Qué hemos aprendido? Exacto. “Donde tengas la olla ,no metas la p***”. Termino feliz, pero agotada, y Madrid, esa…
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