Hay recuerdos que no necesitan cerrarse los ojos para hacerse presentes. Son escenas grabadas en la piel del alma, imágenes que viven en una especie de memoria corporal. Una mirada, una palabra, un gesto mínimo que, al evocarlo, tiene el poder de abrir puertas que creíamos cerradas hace años. Uno de esos recuerdos habita en…
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