fbpx

MADRES

Escribir un artículo sobre MADRES el día antes de mi cumpleaños a una semana de dos estrenos teatrales y una lista interminable de pendientes variopintos como resolver la descarga de un camión con nocturnidad y comprar el material escolar para que mi hijo llegue al lunes, entre textos, ensayos, relojes que dan vueltas, vestidos de colores, alfombras que no llegan, invitados, prensa y fotos de Camarón de la Isla para La Portera Nacional. Todo a la vez. Pues eso es ser madre y eso es MADRES. Mujeres que no llegan y sin embargo Sí.  Sí, porque no les queda otra opción. Porque vivimos en una sociedad donde la crianza no está incluida en el sistema laboral y social. Porque parece que los hij@s crecen solos, en los árboles. Y ya no tenemos la red. Ya no se crían en las calles, en los patios, en las plazas, entre todas las vecinas. “María, mira a ver, que tu hijo se está mojando” Esa escena salía en El Verdugo de Berlanga anoche abrazada a mi cachorro en el sofá. Mano a mano, los dos, en nuestras noches sagradas de cine. 

Ahora están en las casas. Y estamos solas. Muchas. ¿Todas? No lo sé. 

Escribí MADRES hace 7 años, se escribió sola, casi del tirón. La obra se hizo a sí misma, como la propia maternidad. La escribió la parte de mí que se empeñaba en seguir existiendo, la que se sabía mujer además de cuidadora. Un trozo de corazón que insistía en latir después de finalizar Me lo dijeron mil veces, otro texto teatral que no encontraba forma humana de levantar. Y entonces, la maternidad habló, gritó. Se plantó cada noche en el salón de aquella casa de Cuatro Caminos a hacerme compañía en mi propio encierro. Aparecieron todas las voces de todas las mujeres que me iba cruzando en los parques, en las puertas de los colegios, en los comercios. ¿Cómo lo hacemos? Ellas no me lo decían, pero sus ojos sí. Sus ojos no podían ocultar los efectos de los imposibles. Ellas mostraban la misma dignidad con la que yo me plantaba cada mañana en la fila de Infantil con las ojeras por los pies y una sonrisa clavada a mi pelo al viento. Como si viniera de hacer surf, como si no acabara de atravesarme sola cuarenta imposibles para ser capaz de pagar un piso en Madrid de dos habitaciones y recoger a mi hijo a las cuatro de la tarde. Y sonreír, porque es pequeñito y redondo y tiene cara de susto y toda la luz del mundo y dientes de ratón. Tan bonito… y llevar fresas al parque. Bollos no. Ni pantallas. Dale pecho, no le des pecho. Sé libre, entrégate a él. Los primeros años son fundamentales. Apego seguro. ¿Mamá, de verdad ya tendría que decir la R? Las chicas están bien. Ja. Una de las cosas que más me gustó de esa película, que me gustó tanto en sí misma, mención especial al monólogo de Irene Escolar al teléfono, es como Barbara Lennie va quedándose atrás, se va perdiendo la fiesta poquito a poco. Está embarazada y no se revuelca. Y a la vez está bien. Porque esto es así y es lo que nos toca. Cuántas veces después de convertirnos en madres hemos llamado para decir: amiga, perdona, no me di cuenta, te dejé atrás. No sabía que tú no podías quedar a las diez, no sabía que el “lo vamos viendo” para ti es como el fin del mundo, porque tú, para tomarte un café conmigo, necesitas organizar una producción estelar en tu agenda de dimensiones cósmicas, que incluye traslados de hijos, pedidas de favores, culpa y/o inversión económica, con el consiguiente aumento de angustia en la ecuación. 

Las chicas no estaban bien. No. Esas mujeres que dejaban a sus criaturas con cara de que no se me note que llevo la vida cosida con alfileres, mientras yo hacía lo propio ahuyentando la tristeza a golpe de música cubana entre Chamberí y Tetuán, no estábamos nada bien, porque estábamos solas empujando el sol. 

¿Quién mantiene este sistema en silencio, invisible y dejándose la piel? 

MADRES es una comedia, por cierto, de momento no nos ha dado por salir a quemar contenedores, somos más de terapia y bailar. 

En este viaje voy acompañada de cuatro damas para lanzarse de espaldas sin titubear. Cayetana Cabezas, madre consciente y ecológica, Tamara Berbés, madre tradicional y conservadora, Marta Eguía, embarazada con todas las dudas del planeta, Mechi Oliverio, la que no quiere tener hijos y es madrastra. Y, yo, servidora, encarnando a la directiva atrapada en la cuadratura del círculo de la carrera profesional y la vida familiar. 

La red, hoy, se construye, se teje, se crea. De esto va nuestra función. Cinco mujeres muy diferentes que se quedan encerradas en la sala de espera de un colegio. Se han olvidado de ellas y explotan las verdades. 

La función se estrenó el verano de 2023 en la sala off del Lara. Ese verano pasaron muchas cosas y Pedro Almodóvar vino a ver Me lo dijeron mil veces. Si no lo digo, reviento. Escribo estas letras a pie de balcón de Malasaña, a unos pasos del Lara y con hijo y perra revoloteando un salón invadido por legos. Las chicas, las mías, mis voces internas, ahora están bien. Lo hemos conseguido. Hago teatro, le cuido, tengo vida y soy feliz. Casi muero en el intento 🙂

Pero es que de eso va la función, resulta que atravesar los imposibles genera super poderes. Sobrevivir a los horarios laborales, los precios de las casas, las demandas familiares y seguir respirando, genera unas capacidades sobrenaturales que una vez que las descubres le das la mano a otra compañera y a volar. Ahora vamos a lo grande. Subimos de nivel, sala Cándido Lara, cuatrocientas butacas para nosotras. Estamos a un paso de salirnos a la Gran Vía y parar la ciudad. A lo Rigoberta. Llevamos tantos siglos cuidando calladas, que estamos listas para subirnos juntas a las estrellas. 

MADRES se puede ver todos los viernes a las 22:00h en el Teatro Lara de Madrid. 

Al cierre de este artículo acaban de llegar las alfombras perdidas de la escenografía.

Elena Díaz Barrigón

Escritora, directora, actriz, productora, mujer y madre.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.