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Los encuentros sexuales se han convertido en “buffet libre”

“Los encuentros eróticos cada vez se parecen más en ir a comer a un buffet libre”. Esta era la frase que rondaba mi cabeza un domingo soleado mientras volvía a Valencia tras un fin de semana en la montaña y veía el restaurante Colonial al otro lado de la autovía. Su gran letrero rojo brillante te invita a que entres, su cercanía a la autovía lo hace muy accesible, y su precio es aceptable. 

Recuerdo la última vez que entré yo a un buffet libre y todo lo que devoré. Primero con los ojos y luego con la boca. Para salir de allí con el botón de los vaqueros desabrochado. Hinchadísima. Lo visualizo y me doy cuenta de que posiblemente hacía rato que me apetecía dejar de comer. Pero una vocecita en mi cabeza se activaba y me decía, ¿cómo vas a dejar de comer si estás en un buffet libre? ¿En serio no quieres nada más? Pues podrías haber ido a otro sitio, porque lo suyo es que si vas a un buffet libre comas todo lo que puedas. Lo sabe todo el mundo. 

Mi pasión por comparar conceptos me ha llevado a unir lo que sentí en ese buffet libre con los encuentros eróticos de nuestra era. 

Partamos de la base de que existe la norma social no escrita de que cuando uno va a un buffet libre es para ponerse las botas. Para salir rodando. Cuanto más variada sea la comida que pruebes, mejor. Con tanta variedad de platos, hay que probarlo todo. 

Y puede que ese sábado que vas a cenar con tus colegas, solo te apetezca un rollito de primavera. Pero, ¿cómo te va a apetecer solo un rollito de primavera? Pero … ¿Cómo te va a apetecer solo un rollito de primavera? Para eso podríamos haber ido a cenar a cualquier otro sitio. Habrá quienes opinarán directamente sobre lo que te comes y sobre lo que no. 

Y es aquí donde entra la comparación con los encuentros eróticos. Pasamos de la era de la prohibición a la era de los placeres. Que oye, tampoco está libre de mandatos. Nos dicen que probemos esto y aquello, que nos toquemos, que nos corramos, que hagamos todaslasposturasdelkamasutra, que nos compremos el Satisfyer, que las felaciones de rodillas son algo profundamente patriarcal y que si no te encuentran el clítoris en la primera cita ahí no es. Tenemos una fuerte presión sobre nuestros cuerpos y lo llamamos liberación. Porque claro, ya que hemos venido hasta aquí, ¿cómo no vamos a comernoslo todo? Menudo agobio. 

Todo este caos puede llevar a que se actúe más por lo que se espera de nosotros que por aquello que nos apetece y deseamos. Y a que organicemos los encuentros como si se tratase de un buffet en el que por narices, hay que aprovechar. Ya que vas … no te vas a quedar a medias. 

Y puede que ese día igual que deseas comerte solo un rollito de primavera, desees un besito y cada uno a su casa a pasar la borrachera. Y no pasa nada. 

Porque lo importante en un encuentro erótico, es el otro con quién estás, no la técnica que haces. 

Y benditos sean los días en los que quieras ir a un buffet a ponerte hasta arriba. Benditos sean los días en los que comas y no puedas pasarte el botón si lo que quieres es comer.No estamos criticando aquí las apetencias de cada cual. Lo que estamos criticando aquí es que la moral se meta en la mesa. Y en la cama. Que por narices el disfrute se tenga que medir en estándares que no valen para todas. Vivan los besos tiernos y los rollitos de primavera. Y las empotradas, si es lo que deseas.

Ana Campos

Le apasiona todo lo que tiene que ver con lo humano, cómo actuamos y por qué nos buscamos.

1 Comentario
  1. Ha sido para mí realmente maravilloso gastar tiempo de mi vida leyendo este artículo.
    Ahora mismo lo he preferido antes que ir al buffet.
    Cómo bien dices. Hay que hacer y comer lo que te apetezca.
    Personalmente, también pienso, que algunas veces ,comer poquito es quedarse muy agusto.
    Volveré a leerlo porque ha sido muy interesante y agradable de leer.
    Muchas gracias por compartirlo.

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