Camino, observo, ando por la calle aparentemente vacía, disfrutando del silencio y los sonidos que a veces imperceptibles en el día a día alberga, cuando la luz inunda todo, y todo parece tan evidente que eclipsa lo que la oscuridad esconde.
Disfruto de lo que observo; mientras paseo, cuando admiro el esplendor o la decadencia de los árboles, cuando veo los coches en movimiento como ráfagas de luz pasar de un lado a otro, las luces artificiales de las farolas, que con sus múltiples colores hipnotizan y parecen trasladarte a una dimensión diferente. Pero, sobre todo, me deleito cuando se observo ante mí personas, me cruzo con ellas y les observo de arriba abajo con una curiosidad e ingenuidad casi infantil, las miro a los ojos captando su atención y con una sonrisa profundizo en su mirada.
Me recreo en el paisaje y escenarios que la noche me ofrece, y sobre todo, en la variedad humana y las diferencias que a simple vista encuentro en ella, pero también todo aquello que al mismo tiempo nos hace ser uno solo, y en tantos aspectos parecidos o iguales.
A veces pienso ¿qué tiene la noche? que me embriaga, me atrapa, me inspira, me hace desear encontrarla, vivirla y descubrir los misterios, que en su juego de luces y sombras esconde.
Será quizás el poder seductor de la luna, de las sombras que proyecta, de nuestras
sombras que según parece se alimentan de hechizo que irradia, será aquello que
imperceptible está oculto a nuestros ojos o nos negamos a ver, pero a su vez es evidente a nuestra intuición y conciencia.
Será la luna, será la noche, será que una noche como hoy de aire potente y anunciador de tormenta, estaba por llegar a este mundo llamado Tierra, a esta experiencia llamada humana, de nuevo, como tantas veces, una y otra vez.
Será que, en la noche, conecto con el recuerdo de lo que realmente Soy, de lo que fui, de lo que seré, de las memorias que mi Alma contiene en su largo peregrinar de una historia a otra y que la muerte como un elixir que todo lo borra nos conduce al olvido.
SERÁ LA NOCHE, SERÁ…