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La incoherencia del 25N en Barcelona

El 25N es oficialmente, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y en muchas ciudades de todo el país y de otros países también, suelen celebrarse, por la tarde, manifestaciones por las calles, entre otros actos.

Este mes de noviembre quiero compartir una anécdota que viví el pasado 25N en Barcelona, al terminar la caminata oficial, la cual, me hizo sentirme incómoda y algo fuera de lugar. Como que no encajaba por mucho que crea en la igualdad y, sobre todo, en la equidad.

Voy a comparar ese acontecimiento con otro que viví el pasado 8M, Día Internacional de la Mujer, en Melbourne, la denominada capital cultural y gastronómica de Australia, ubicada en el estado de Victoria.

Antes de las anécdotas y la comparación entre ambos acontecimientos en estas dos fechas tan relevantes para la lucha feminista, quiero mencionar el porqué de ambos días.

El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer porque en esa fecha, en 1960, fueron asesinadas en la República Dominicana las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas como “Las Mariposas”. Ellas eran activistas políticas que se opusieron a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Su asesinato, ordenado por el régimen, se convirtió en un símbolo de la violencia ejercida contra las mujeres y de la resistencia frente a la opresión.

En 1981, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá, se escogió el 25 de noviembre como fecha de conmemoración para denunciar la violencia de género y visibilizar la lucha feminista.

Posteriormente, en 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas oficializó la fecha como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, llamando a los estados, organizaciones internacionales y sociedad civil a organizar actividades de sensibilización.

El 8M nace de la lucha obrera y feminista, se consolidó con la huelga de las trabajadoras rusas en 1917 y fue reconocido por la ONU en 1977. Hoy se reconoce como un día de lucha feminista y conmemoración, no de celebración superficial: se recuerda la resistencia de las mujeres y se exige la eliminación de las desigualdades.

He vivido ambas fechas en distintas ciudades y países. Siempre que coincide algún acto en la calle, intento ir y documentarlo, sobre todo con fotografías. Así he vivido distintos 8M en: Madrid, Barcelona, Bruselas, Melbourne,… Es curioso cómo un mismo día, en distintos puntos del planeta, se conmemora de modo similar.

En España apenas oímos hablar de Australia, más allá de eventos deportivos como el Australia Open u Open de Australia o en Año Nuevo solemos ver, por televisión, imágenes de los fuegos artificiales en Sidney, ya que van unas 10 horas por delante, por lo que es uno de los primeros países en comenzar el nuevo año, al menos uno de los más grandes y conocidos.

En la manifestación del 8M, este mismo año, 2025, una mujer llegó con un cartel, el cual, era una señal de prohibición. Concretamente prohibía el paso de los hombres a los espacios de las mujeres. La organización la invitó amablemente a marcharse, entendiendo algo que a mi me resulta obvio: el odio solo genera más odio. Ella se resistió aunque finalmente se marchó antes de comenzar la marcha. Si

prohibimos el paso de los hombres en los espacios de las mujeres, ¿cómo podemos exigir la igualdad? ¿Cómo nos sentimos cuando ellos prohíben a las mujeres el paso en sus espacios? No habría mujeres futbolistas, entre otros deportes y profesiones.

En cambio, en la pasada marcha del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en Barcelona, presencié lo contrario. Antes de una performance final, tras terminar la marcha, se pidió por megafonía que los hombres abandonaran el acto. Algunos fueron increpados con gritos, silbidos e incluso, empujones. Al ver a los hombres salir de la multitud y alejarse del acto, hubo aplausos. Me resulta paradójico que en un día contra la violencia se celebren actitudes que dividen y generan rechazo. Actitudes que pueden incomodar e incluso resultar violentas en cierto modo porque, que a mi, una persona desconocida, me empuje para sacarme de una manifestación en la calle, cuando no estoy haciendo nada, solo por mi aparente género, me resulta algo violento. Para eso, no voy. Luego hay quejas de que hay pocos hombres feministas o que salen a la calle ese día a apoyar a las mujeres. ¿Cómo lo van a hacer si los pocos que se animan los echan a empujones, gritos y silbidos?

Durante ese 25N, al presenciar dicho acontecimiento, me hizo sentirme desubicada, perder un poco la esperanza, y comprender cómo hay mujeres y hombres que no se sienten identificados con el movimiento feminista ni la lucha por la igualdad o mejor, equidad. Afortunadamente, no todo en el feminismo es así de extremista pero obviamente, ver este tipo de comportamientos, hace que haya personas que no se sientan identificadas y crean que todas las personas feministas son feminazis.

Reconozco que presenciar el otro acontecimiento: el 8M en Melbourne, me hizo volver a recuperar esa esperanza y otra razón más por la que me gustó todo lo que vi y aprendí de Australia. Creo que es un país del que poco oímos hablar y del que podemos aprender mucho. Me parece uno de los países más desarrollados, por la economía, por sus actos, por la educación, por las leyes… Como curiosidad, en Melbourne existen normativas legales que restringen la construcción de edificios que proyecten sombra sobre el río Yarra, especialmente durante ciertos horarios en invierno, algo que demuestra el respeto por la naturaleza y por los ciudadanos. Mientras que en España hay políticos que piden que se eliminen de internet los mapas que indican las zonas inundables porque así no se puede construir. Luego, pasa lo que pasa, inundaciones con además de daños materiales, muertes incluidas, como sucedió en Valencia.

Como conclusión final de cierre, sobre el tema principal de este artículo: si queremos avanzar hacia una sociedad más justa, el feminismo debe ser un espacio inclusivo y respetuoso, no un reflejo de aquello que busca erradicar. El feminismo debe sumar no dividir.

Mari trini Giner

He vivido en 5 continentes, (de 6) a la vez que trabajo en comunicación y educación, analizo comportamientos humanos.

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