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La belleza de las pequeñas rutinas

Creo fielmente que el primer sorbo de café en la mañana es uno de los momentos que más viva me hacen sentir. Ojo, el que logra esa sensación eléctrica en mí es el café negro, amargo y caliente. Un shock fuerte que me hace pensar que mi pequeña “falsa rutina” es perfecta. Y digo “falsa” porque odio las rutinas y trato de no tener una muy marcada. Pero ese café… ese café a las 7:30 de la mañana, ojalá se quede toda la vida.

Soy un poco irónica: tengo un amor-odio por las estructuras, pero soy fanática del café, y cuando me obsesiono con uno, no puedo soltarlo. Últimamente es un Cabrales Brasil de bolsa amarilla. Mi mamá dice que lo preparo demasiado fuerte, pero para mí ese amargor recorriendo la garganta es plenamente reconfortante. Ese ritual… el de calentar el agua, pesar el café, prensarlo y servirlo, seguramente contribuye, en gran parte, a mi felicidad diaria.

Y ahí quiero llegar hoy: a esos pequeños rituales, esos detalles o rutinas poco (o muy) conformistas que, en realidad, nos sostienen cada día.
 El café de la mañana, la medialuna de la panadería que te hace apurar el paso para saborearla en el  trabajo, una picada de quesos y pan calentito un jueves a la noche con una copita de vino tinto (el ritual de mi papá), o por ejemplo, mi segundo ritual, mi infaltable taza de té de canela antes de dormir. Son esos pequeños momentos los que nos llenan.
 Los que hacen que el despertador no suene tan duro, que las semanas no pesen tanto, que la vida… esa vida que a veces se nos escabulle entre obligaciones, encuentre un motivo para disfrutarse a pleno.

Nos enseñaron que la felicidad estaba en los grandes logros… en alcanzar metas enormes, en construir castillos imposibles, en correr tras objetivos cada vez más lejanos.
 Pero la verdad es otra, la verdad mas grande es la de que la felicidad verdadera está en la suma de todos esos pequeños gestos que elegimos cada día.
 (Aunque soy una gran soñadora, y creo que es importantísimo soñar sin límites, estoy segura de que el camino será mucho más llevadero si encontramos esos pequeños detalles que nos hagan caminar más liviano).

Un sorbo de café. Una charla con una persona que quieres. Una conversación sencilla, con un latte de por medio (ya se, amo la cafeína). Una risa compartida en el momento menos esperado.
 Un saludo de y hacia tu portero, que te ve cruzar esa puerta todos los días y, seguramente, ya sabe cómo saludarte, porque le habrás mostrado mil estados de ánimo en todas esas veces en las que te permitió entrar o salir de tu casa…

Como tarea te propongo buscar cuales sos en sos pequeños gigantescos detalles los que te hacen sentirte plena…  Quizás para vos no sea el café.
 Tal vez sea la primera canción que escuchas al salir de casa, ese mensaje de buenos días que esperas, el olor a pan tostado en la cocina. Un beso a tu mascota al levantarte.
 

Cada uno guarda, casi sin saberlo, pequeños rituales que lo sostienen, lo abrazan, le dan un sentido distinto al paso de los días.

No hacen falta fuegos artificiales para sentir que estamos vivos.
 Solo hace falta aprender a ver la belleza escondida en lo cotidiano… y hacerla tan propia, tan íntima, que se transforme en el camino hacia los sueños.
 (Sueños que, para mí, ponerles tamaño sería limitarlos, así que dejémoslos ser: inmensos, imprevistos, imperfectos, libres.)

Cada pequeño ritual es un acto de resistencia ante el vértigo del mundo. Una manera silenciosa de recordarnos que somos más que agendas llenas y carreras interminables.
 Somos seres capaces de encontrar alegría en lo simple, en lo pequeño, en lo de todos los días.

Ojalá nunca dejemos de celebrar esos instantes.
 Porque ahí, justo ahí, vive lo más parecido a la felicidad auténtica: en una taza caliente, en una mirada cómplice, en un simple momento que elegimos vivir con todo el corazón.

Cuidémoslos.

Atesoremos esos momentos como quien cuida un tesoro frágil.
Porque en ellos, aunque a veces no lo notemos, se esconde la fuerza que nos impulsa a seguir.

Pequeñas cosas. Grandes motivos. Gigantes razones para seguir soñando… y para seguir creyendo en la magia de vivir.

Luciana Lavaque Gallardo

Soy una estudiante de comunicación social Argentina, apasionada por el café, la escritura y los viajes.

3 Comentarios
  1. Increíble artículo, tan cierto…
    Me siento identificada con la idea de buscar la felicidad en las pequeñas cosas. Un día llegamos al objetivo que tanto esperábamos y nos damos cuenta q no disfrutamos nada en el camino.

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