fbpx

Hogar, dulce hogar

Desde que llegue a España (3 años), nunca creí que el concepto de hogar, podía variar tanto. Mucho menos, viniendo con la idea romantizada de que teniendo la ciudadanía y familia (aunque fuera lejana); tendría casi todo resuelto. Ese “casi”, como pesa en este contexto. Siendo argentina, no debería pensar eso, ya que estamos acostumbrados (en todos los aspectos), que siempre nos falten cinco para llegar al peso, o en este caso, al euro.

Emigrar, te pone las emociones y sensaciones a flor de piel. Todo se vive muy intenso, aunque el resto y el propio sistema, va a su tiempo. Yo he vivido muchas experiencias, en poco tiempo. He vivido con vascos, ucranianas, bolivianos y colombianos. Entre latinos, parecemos entendernos más, aunque eso no quiere decir que seamos lo mismo. Esas diferencias, se marcan aún más y se hacen notar, aunque los argentinos, tengamos la costumbre de hacer todo más general, sin detenernos tanto en el detalle. Españoles = gallegos. Italianos = tanos. Emigrar, te enseña a valorar los pequeños detalles, que antes en la rutina del país de origen, no se veían con tanta claridad.

Un hogar, no tiene que ser necesariamente un techo, con un par de paredes. Si hablamos de necesidades básicas, todos necesitamos el ingreso del dinero para existir, y eso se puede interpretar de varias maneras. Sobre alquilando habitaciones, simulando un hogar digno, cuando es de público conocimiento que el concepto de convivencia, no es tan fácil de generar de forma adecuada. Cuidando hogares, mascotas y personas mayores; para un salario más que mínimo, indigno. Vendiendo contenido erótico digital, la nueva prostitución de este siglo, simulando ser modelaje para que no se salga de lo digno y siempre esté al servicio. Cada uno, se busca la vida como puede y dentro de sus posibilidades, también como quiere, por orden de prioridades. Los conceptos de casa, estudios, trabajo; empiezan a variar según su necesidad. Se lucra con los derechos de cada cual, sin hacer demasiado ruido para no pasarse a lo ilegal.

En este camino tan hostil, donde las cosas se arman y se desarman constantemente, también se busca el calor del hogar desde lo emocional. Aferrándose a detalles, mientras se finge que el hecho simplemente de existir y subsistir cada día, no nos duele ni nos sabe fatal.  Se encuentra la nostalgia de lo bueno, en lo demás, lo que no es superficial y nos roba una sonrisa y una calma al pasar. Cuando pasan esos momentos fugases, que quisiéramos que se hagan eternos, pero se nos escurren como agua o arena entre los dedos. Como cuando sentimos el aroma de la piel del otro al despertar o al irnos a acostar. En el calor del abrazo, de algún conocido, que nos cura todo mal día que puede pasar. En el café, mate o cerveza, en el momento compartido con algún amigo o compañero del trabajo (los que nos conocen después de varios días de pasar más allá de un rato).

El hogar simbólico, el lugar donde sabemos que siempre nos van a esperar. Donde sabemos dónde caer si estamos mal. Es ese punto en el mapa, mientras estamos en el limbo de la identidad, entre papeleos legales y nos piden un código postal referencial. Es ese espacio donde en algún punto, nos endulza la vida, haciendo contraste con su propia amargura. Haciéndonos entender, que en cada paso, la vida es dura, y al mismo tiempo, agradeciendo lo vivido mientras dura. 

María Eugenia Roson Saino

Argentina, viviendo en España. Técnica en producción audiovisual, amante de la comunicación, las cafeterías y librerías. Buscadora de historias de resiliencia

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.