Hace ya tiempo que la idea de cuánto nos exigimos a nosotras mismas, de cuánto nos exige la sociedad, de cuántos patrones hay marcados me invadió la mente. Unos patrones que no se explican, pero que a la vez todo el mundo conoce y que se sobreentiende que tienes que llegar a ellos. Perseguir unas exigencias iguales para todos, cuando cada uno de nosotros es tan diferente por dentro como por fuera. Parecidos, si. Pero no iguales.
Tener un trabajo digno, casa, coche, facturas, educación, comunidad, grupo de amigos cercanos, llevarse bien con la familia, tiempo libre de calidad, lecturas, evolucionando siempre, salir de la zona de confort de vez en cuando.. Ser buena hija, hermana, prima, amiga, novia, trabajadora, ser independiente, autónoma, tener motivaciones, proyectos, ser ambiciosa, no conformarse, seguir formándose, cobrar bien, tener un buen horario, hacer deporte tres veces por semana, comer saludable, beber dos litros de agua, estar a gusto contigo misma. Saber llevar las finanzas propias, las de la casa y las de la empresa, saber hacer la declaración de la renta, aprender sobre fondos de inversión, rentabilidad, riesgos, ahorros. ¡Cuidado con la inflación! Tener propiedades porque alquilar está mal visto. Sonreir ante todos, ser educada, tener paciencia y estar siempre dispuesta, decir pocas veces no. Evitar a la gente tóxica y, encima, tratarla bien porque si no el karma te la devuelve.
Pedir poco lo que realmente quieres y hacer mucho de lo que debes. Tener cuidado con lo que dices, no mostrar tus verdaderas opiniones según con quien estas, no compartir tus intenciones y proyectos, mantenerte a raya, no mojarse en temas comprometidos, no cometer errores graves ni hacer daño nunca a nadie. Responder siempre con un “bien” a la pregunta ¿cómo estás?, llamar a los amigos de vez en cuando, mantener contacto con los que están cerca y con los que están lejos, comer con la familia una vez al mes, que te saluden por la calle, tener un bar de siempre, estar en varios grupos de WhatsApp, leer novelas, el diario, artículos de opinión, ver las series del momento, la película de moda, algún documental para parecer más culto, ir a los conciertos de los grupos que te gustan pagando lo que piden, no perderte la canción de moda. Da igual el género, todo es fluido, hay que conocerla para no ser un bicho raro. Sexo dos o tres veces por semana, ser fiel, luchar por la pareja, tener hijos cuando toca, pasar por el embarazo, el parto y el post parto y seguir sonriendo. Que los hijos salgan buenas personas y estudiantes, darles tu tiempo, tu fuerza y la que fuerza que no tienes. Estar dispuesta a sacrificarte y hacerlo sin rechistar, no vaya a ser que hablen mal de ti. No te quejes, no muestres cansancio, no te caigas, no te derrumbes, no llores, no busques tiempo para ti.
Todas esas carreras para llegar a tener la vida estable que nos han vendido. Conseguir la estabilidad. Pero, ¿qué es la estabilidad?, ¿cuándo llega eso?, ¿cuánto tiempo llevas persiguiendo esa meta tan poco concreta?, ¿serás feliz entonces? Si realmente la única constante en la vida es el cambio. Aceptemos que la realidad, el éxito, la felicidad no es algo fijo e inmutable. Tampoco se trata de una respuesta única igual para todas. Deja de perseguir lo que no sientas tuyo. Párate a pensar que es felicidad para ti.
Lucha por lo que tu quieres, pero sin desgastarse demasiado por el camino.
Cuídate y ordena tus prioridades. Las tuyas y las de nadie más, amiga. Hay tantos tipos de éxito y felicidad como personas. Persigue solamente lo que cuadre con tu realidad, persigue lo que te haga feliz a ti.
