No tengo intención de saludarte ni presentarme, ya sabes muy bien quién soy porque intentas corromperme siempre que encuentras algún huequito para hacer de las tuyas. Yo sé muy bien quién soy, y sobre todo también, quien NO quiero ser. La persona que no quiero ser es esa a la que perseguís consumiendo su luz. Quizá un poco me sirva tu presencia, es decir, si somos seres de luz y sombra, tal vez tu oscuridad aflore un poco mi inconsciente.
A veces lo pospongo tanto bajo el slogan de “me gusta darle el tiempo que se merece” pero, ¿acaso el tiempo se adapta a nosotrxs o nosotrxs debemos organizar nuestros tiempos? ¿Qué es al fin y al cabo el tiempo? Si los movimientos en el espacio son nuestra responsabilidad, ¿por qué procrastinar con todo el alcance y avance tecnológico que caracteriza a esta generación?
Tal vez el comienzo sea el paso más difícil, incluso cuando no sea la primera vez que se trabaje la sombra. La tan temida fase del despertar espiritual que -me- asusta, la noche oscura del alma, se hizo presente porque la trajiste a este plano consciente con tus cuestionamientos diarios. Bah, qué digo diarios, más bien constantes a cada segundo de cada día. Por un lapso supe como balancear tu presencia, o al menos eso creo. Quizá te habías ido a practicar cómo regresar más poderosa que nunca.
El año pasado intentaste que saboteara mi vínculo amoroso de la misma forma que trataste esta vez, lastimosamente para vos, no te funcionó. Punto para mi salud mental. Hoy conseguí discernir qué vía tomar para no descarrilar y mandar todo al carajo. Sé que a veces digo que te odio, incluso te aborrezco, pero sin vos no sabría ser tan fuerte. Por un lado te agradezco que ayudes a formar mi carácter, pero cuando te volves hostil y ponzoñosa, mi lado más pisciano te abraza. Merecés cosas lindas vos también. Nadie es así de dañino porque sí. No sé qué fue lo que te pasó para que actúes de esa manera frente a quien simplemente busca vivir su vida tranquilamente.
Tal vez se te fue designada esta materia y ni tengas registro de lo que provocas. O quizá sí lo tenés y no haya respuesta para tu veneno. Tengo que dejar de buscarle sentido a todo. No sé, mañana hablaré de eso en terapia. Mi psicóloga últimamente me dice que está orgullosa de mí y de mi avance. Cuando empecé terapia con ella no era consciente ni siquiera de reconocer los pensamientos intrusivos que regabas sobre mí. De a poco fui tallando esas raíces y florecí en esta mujer que aceptó sus falencias. No te dejo atrás, no intento quitarte del plano. Te regalo un poco de mi luz en agradecimiento a mostrarme mi sombra.