Carta a la autoestima

Querido amor propio:  

Soy esa joven que se enamoró tan perdidamente que se olvidó de sí misma. 

Aquella ciega que solo veía tus virtudes olvidándose de su propia esencia.  

Esa que se durmió esperando una llamada, un te quiero o un te echo de menos.  

Soy aquella a la que dijeron que debía casarse y tener hijos, ignorando que antes debía conocerse y aceptarse. 

Me até a un clavo ardiendo y me enamoré de aquel que no supo valorar mi entrega. Ese que me llamaba “loca” cuando cuestionaba su egoísmo.  

Aquel estafador de emociones que quiso anularme y aislarme. 

Hoy te libero y salto al vacío. 

Me acepto tal y como soy, aparco la rabia y siento la libertad con la que caminan mis pies descalzos. Porque hoy ya no te temo… 

Tu arrogancia no me asusta y tu manipulación no me culpa. 

Ya no mendigo amor. 

Hoy te escribo a ti querido amor propio, ese que algunos denominan autoestima, ese amor que a fin de cuentas me salvó la vida.