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Amistad entre mujeres

Una de las cosas que me enseñó la amistad entre mujeres es que hay que desmitificar el amor romántico. Algo muy trillado ya en nuestra generación pero, que de forma subyacente continúa ahí. Esclavizadas en la búsqueda de un príncipe azul. Y querida, ya te aviso, si es azul le falta oxígeno y si le falta oxígeno va a querer que te quedes en casa a cuidarle. 

¿Y ahora cómo vas a relacionar el amor romántico con la amistad? 

Con todas esas historias compartidas, en las que nos hemos sentido, nos han tratado y nos han hablado de la misma forma. Porque el sistema patriarcal también les dice a los hombres cómo comportarse, a todos, aunque algunos también se deconstruyen e intentan cambiar las reglas del juego.

Nos hace darnos cuenta de que no puede haber tanta princesa para tanto capullo. Que esa manzana que salvó a Eva del paraíso para el hombre, esa manzana que nos salvó a todas, que comenzó la lucha feminista en los textos bíblicos, está llena de gusanos que querrán quitarte lo más preciado que tienes. 

A ti misma. Tu esencia. Tu feminidad, la vivas como la vivas, la sientas como la sientas. Porque querida, nadie debe decirte cómo debes vivir y sentir tu feminidad salvo tú misma (y tu ginecóloga), aunque de eso hablaremos en otro capítulo.

Admirar a una mujer es una de las cosas más bonitas que te puede suceder. Es la mayor “musa” que puedes tener cerca. Una fuente de inspiración y de crecimiento. 

Cuando he admirado a mujeres y me he sentido inspirada por ellas, cuando he tenido referentes, me he sentido mucho más empoderada. Me ha dado fuerzas para hacer lo que quería hacer, para darme cuenta de que se puede lograr. Sin perder esa mirada de admiración, hacerlo desde el reconocimiento. Desde la sintonía y el apoyo mutuo.

Me gusta pensar que el feminismo nació en una conversación entre mujeres. Hastiadas de su día a día. De que su vida girase en torno a un hogar con una hoguera que no les calentaba el corazón ni el alma. Mujeres llanas, mujeres fuertes, mujeres trabajadoras, mujeres amas de casa, mujeres que amaban a otras mujeres, mujeres que vendían sus cuerpos, mujeres esclavizadas, mujeres burguesas, mujeres viudas, mujeres solteras, mujeres racializadas,  mujeres viejas, mujeres jóvenes. Mujeres. Me da igual.

Mujeres unidas por el mismo opresor. 

Un sistema creado por y para que las mujeres no puedan hacerse preguntas, tener imaginación, sueños, fantasías, sexualidad, libertad, pasión, deseo, inquietudes, conocimiento, dudas, experiencias, creencias, aspiraciones y sobre todo, consciencia de una misma, consciencia de que somos parte de la sociedad y que merecemos ser tratadas como la otra mitad.

Es también en la amistad donde el feminismo cobra sentido. La sororidad. Es ese grito colectivo en busca de la liberación. Cuando entendemos que estamos igualmente oprimidas, presionadas, controladas y condicionadas no por nuestra familia, la sociedad o la pareja, sino por la forma en la que la familia, la sociedad, la políticas, las relaciones heterosexuales se estructuran, se crean y se nutren y somos conscientes de que “no estamos solas”, podemos entendernos como colectivo.

Sólo de esta forma podemos entender que las vivencias de las mujeres cuentan relatos similares. Y para poder cambiar esos relatos, hacerlos propios, únicos, diferentes, el punto de partida es la amistad con otras mujeres. 

Alma Gonzalez Muñoz

Comunicar atendiendo a lo que viene de dentro. Con base en el respeto, atendiendo a la diversidad y con una visión crítica es lo que define mi trabajo y mi manera de ver la vida.

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