Volver, nace de la segunda conjugación
de todos los recuerdos que, hoy, siguen masturbando mis lóbulos.
Has besado la vida de quien no se había planteado
la existencia de una humanidad de pelo negro y ojos claros;
y ahora tu saliva recorre mis venas deshidratadas.
Amar, es la primera conjugación
de tu imagen percibida a través de mis ojos.
Concebida desde unas retinas tan dilatadas,
que parecen estar soñando
aun con las persianas levantadas desde primera hora de la mañana.
Qué irónico no querer salir de la cama
y, sin embargo,
madrugar corriéndonos
con ojeras de gemidos, aliento y piel de tormenta.
Herir, entonces, es la tercera conjugación de los que estamos vivos.
De la entrega hacia todo aquello que nos da alas,
aun sabiendo que es imposible volar.
De unas manos que se agarran, pero siguen siendo manos
al soltarse.
De saber morir a tiempo y nunca enterrarnos.
De inmolarnos el pecho por las mil maneras de haber sido
y seguir siendo.
De los que aceptamos que volveremos a ser las heridas que tanto amamos.
Y querer(te), es lo que me está pasando.