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Crónica de un parto

Hay que ponerse en la situación y el momento para comprender esta historia real.

El momento era hace 35 años y la situación, mi parto, bueno osea, no me parían a mi, era yo pariendo a mi hija. Tenía 20 años cuando me quedé embarazada, en esa época  el parto era realmente sorpresa, no te hacían ecografías, ¿será niño será niña?, la ropa rosa y azul, la habitación verde, por no esperar los 9 meses para pintarla.

El verde era muy socorrido, de hecho los primeros patucos se los compró su padre y eran verdes. No había más alternativa que los hospitales y no estaban tan sensibilizados, recuerdo todo frío, estaba asustada y sola, no dejaban entrar a ningún familiar en el paritorio.

El día de la situación era el 25 de febrero de 1986  cuando comenzó el parto, así de repente. En esos años no se contaba el embarazo por semanas sino por meses y no se acertaba  casi nunca la fecha  del parto, además de la poca información de la que se disponía.

Era martes, hacía un buen día y me dirigía a la consulta del médico a un control rutinario, cuando comencé a sentir las primeras contracciones muy leves, al revisarme el  doctor, lo confirmo, estaba de parto, me hizo un volante y me mandó al hospital.

Una hora después ya estaba ingresada en el maternal y tras la exploración, me dijeron que estaba de tres centímetros, había que seguir esperando.

Yo no tenía ningún dolor, me encontraba perfecta y me quería ir a mi casa, eran las 6 de la tarde y desde las 10 de la mañana no había vuelto a tener ninguna molestia.

Para acelerar las contracciones se utiliza oxitocina, o también puedes hacer ejercicio, así que me puse a subir y bajar escaleras a saltar e incluso bailar por todo el hospital y nada, no había manera, eran las 9 de la noche y seguía con tres centímetros de dilatación.

 Cómo me negaba a ponerme oxitocina, mi cuñada que es enfermera , habló con  la matrona para acelerar el parto sin medicación, para ello  se utiliza un catéter largo y frío  que al introducirlo por la vía del parto, se rompe la bolsa y las contracciones comienzan a ser más seguidas, más intensas y más dolorosas pero controlables con la respiración, hasta que llega un momento que ni respiras , solo gritas.

“Muchas madres hablan del parto como algo místico mágico, ver nacer tu hijo, una experiencia única”

Yo no lo sentía así por qué la verdad que parir no es bonito, te cagas encima, te meas, sudas sin parar, gritas y duele mucho,  Durante tres horas estuve pariendo y durante todo ese tiempo pasaron por mi coño más dedos que en toda mi vida, está de 5, está de 8, está de 10,! que me están subastando.!

Tengo que agradecer a quien me acompaño la paciencia que tuvo conmigo, porque cerré las piernas y no les dejaba explorarme, apretaba fuerte  y les decía ”  aquí no entra ni un dedo más”   era muy rebelde me negaba a todo.

Las parejas en aquella época esperaban fuera fumando sin parar y dando vueltas por la sala de espera, entonces se fumaba en todas partes y no había la gentileza de ahora con los padres,  las mujeres parían y lo hacían solas sin saber ni tan siquiera como se llamaban las personas que tenían alrededor.

Llegado el momento crítico del parto te sentaban en una silla con las piernas en alto y atadas, te apretaban la tripa mientras te  gritaban, empuja, empuja, empuja… Yo empujaba y empujaba, cuando empezaba a salir la cabecita se volvía a meter, así unas cuantas veces, dentro, fuera, dentro fuera, mientras tanto seguía la matrona apretando la tripa, y me decía , “venga empuja que así nace el 25, venga que nace el 25,”  yo les respondía gritando  ” y a mi que me importa el día, yo solo quiero terminar ya de parir”

Seguía empujando, sudando y gritando, quería matar a todo el mundo y de repente con el último aliento todo queda en silencio, oyes un llanto y te dicen  ” es una niña preciosa

Y está sana, “Felicidades ya eres madre, ha nacido a las 00:05 del día 26 de febrero de 1986”. Desde ese momento la fecha es inolvidable.

Un instante después tenía a mi hija sobre mi pecho, lloraba de alegría, lloraba de plenitud al ver a mi hija,lloraba de dolor, lloraba y lloraba no podía parar de llorar y reír a la vez, ese instante único, cuando ves su carita, te hace olvidar todo lo anterior y sólo puedes sentir felicidad.

Antes de salir del paritorio me dieron todos la enhorabuena y un médico se dirigió a mí diciéndome  ” ves como no ha sido para tanto”  le mire y le dije  ” por muy médico que sea, usted, es un hombre, y nunca podrá saber si es o no para tanto, y le digo más,

“Ve mi cara, pues no volverá a verla por aquí nunca”, le dije al médico.

“Eso dicen todas pero luego siempre vuelven “, decía el médico, riéndose.

“No sé las demás pero yo no vuelvo”, le contesté muy segura de lo que decía.

Han pasado 35 años y no he vuelto a parir, por circunstancias, por pereza, por no estar preparada y sobre todo, porque decidí tener solo un hijo, en mi caso hija. 

Después del parto se llevaban a los recién nacidos al nido y cada tres horas los traían para darles el pecho, era gracioso verles llegar, envueltos en mantas como rollitos, tumbados en  un carro con dos bandejas donde los colocaban uno tras otro y los repartían por las habitaciones, ” el tren”  lo llamaban, Venía lleno de bebés en fila, seis en la bandeja de arriba y seis en la bandeja de abajo.

Las habitaciones eran de 6 pacientes y los baños estaban fuera, en el pasillo, con tres lavabos, tres retretes y tres duchas para dos habitaciones en mi caso éramos doce parturientas compartiendo baño, un asco.

Entonces estabas cinco días ingresada y durante ese tiempo no dormías ni podías descansar porque eran rígidos con los horarios,  cada tres horas venían las enfermeras empujando ” el tren ” y repartiendo bebés como si fuesen caramelos, al oír el  carro y los llantos , todas las madres saltábamos de la cama y sabíamos perfectamente cual era nuestro bebé , solo por el llanto.

Entonces no te dejaban ponerles su ropita hasta el día de ir a casa, los tenían  a todos igual con unas mudas de algodón, envueltos en sábanas y gorros blancos.

Por suerte han cambiado las cosas, ahora todo se hace con más sensibilidad, los padres pueden participar y estar al lado de las mujeres apoyándose mutuamente y por supuesto “el tren”  ha desaparecido, los bebés se quedan con las madres en todo momento y los horarios se establecen según cada recién nacido.

Muchas cosas han desaparecido y otras muchas han mejorado,  pero lo que nunca podrá cambiar, es el instante en el que ves su carita por primera vez, la cojes su manita y sabes que ese vínculo no se romperá nunca.

Gracias a mi hija por ser maravillosa.

Susana Cuadrado

¡Próximamente descubre mucho más de esta redactora!

4 Comentarios
  1. Que bueno Suuu !!!

    Parir como experiencia es un asco

    Y el. Post parto otro asco

    Lo único que vale la pena es ver a tu niña , eso hace que todo lo demas se olvide

    Pero nada mas

    Aun recuerdo la colleja que me diste cuando te d mi noticia …….Suuuu estoy embarazada…..plas plas !!! Tu eres tonta
    Jajajajajajajahaha!!!!!
    Tenia 20 años como tu
    Hoy mis tesoros tienen 31 y 29 añazos
    Y tambien son las mejores hijas

  2. Gracias cariño por describir tan autentico ese momento tan dokoloroso y tan maravilloso, se me han saltado las lágrimas. Te quiero amiga.

  3. Ole la madre que me pario! 😘 😘 Gracias por traerme a la vida y por esforzarte desde entonces cada segundo de cada día por mí. 😘

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