Siento un fuego que se extiende por mi cuerpo, no puedo controlarlo, imposible apagarlo.
Se me encienden las mejillas, fuego, ardor, es un volcán que erupciona en mi interior.
Es tan intenso, es un sofoco, me despierta íntegra, me ruboriza. Me descoloco.
El aire se espesa, me corre el sudor,
mi cuerpo recuerda lo que es el calor.
Siento un fuego que me abraza por dentro, una llama sin pausa, sin centro.
Me arde la piel, se me escapa el aliento, no hay caricia, y ya estoy en tormento.
Sube el calor, me domina el sudor,
mi cuerpo despierta sin dueño ni amor.
Abro ventanas buscando consuelo,
pero el aire arde igual que mi cielo.
Dicen que el tiempo me vuelve madura, yo digo que el fuego es mi nueva locura.
No hay amante, pero hay combustión, ese llama que me quema, arde mi interior.
Y cuando creo que Cupido me acosa, recuerdo, riendo, la cruel realidad ociosa: no es pasión, ni deseo, ni musa traviesa. Es la menopausia, mi nueva pavesa.
Mi llama interior