Primero debe nacer el deseo del abrazo, que se gesta en el corazón, y para ello es necesario tiempo, palabras, acciones; crear conexión va más allá del simple hecho de ambos existir como existen las simples cosas de un color y una forma, muchas de las cuales solo mantenemos para un decorado. La conexión es recuerdo; la relación, promesa.
Luego de una gestación exitosa, surge el deseo del abrazo; el entusiasmo comenzará a caminar por la piel, en el sector del pecho luego por los brazos y en ocasiones llegará al rostro hasta manifestarse en una sonrisa espontánea cada vez que se observe al otro en cuestión. Entonces, se sentirá que nunca hubo un antes donde el deseo del abrazo no existía, sino un presente que con todas sus fuerzas lo deseará para siempre, como la luna en las noches y la lluvia sobre las calles cuando ya todos están en casa.
Con los antecedentes mencionados, procure el encuentro. Cuando estén frente a frente, extienda los brazos de par en par con las manos abiertas y las palmas mirando al cielo; es importante que se muestren las palmas desnudas. Luego, fije sus ojos en el otro y conceda la sonrisa. En ese momento sentirá unas ganas enormes por correr hacia esa persona, pero deberá esperar a una respuesta: otros brazos abiertos y una sonrisa similar a la suya. Entonces sí. Acérquese y rodeé al otro. Tiene que ser un abrazo fuerte y demorado hasta sentir el cuerpo del otro con el propio pecho. Sí, sentir con el tórax, con esa caja que protege el corazón, esa caja que se hincha cuando el gozo invade y se contrae con el agobio; así hay que sentir al otro. El abrazo tiene que parecerse a inhalar y exhalar largo y profundo.
Antes de separarse tome riesgos, ¿por qué no? Mueva ligeramente la cabeza hacia el rostro del otro y presione con ánimo y certeza sus labios en el otro, en la mejilla, en el pómulo, en ese lugar terso, liso, que es senda de lágrimas y escenario de sonrisas. Arriésguese y también bese.
Ahora que ha leído las instrucciones para abrazar, vaya, salga y practique. Abrace. Abrace mucho, pero no a cualquiera, solo a quien lo merezca.
Una belleza de instrucciones ! Gracias!
Abracitos, muchos…
Erika