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Frida Kahlo: a mis ojos

A mis ojos, si tuviera que definir a Frida diría que fue una mujer adelantada a su época, soñadora, muy despierta, con hambre de vivir y muy resiliente.

Muchos ni siquiera han oído hablar de ella y otros tan solo la recuerdan por tener más vello del ideal estético en una mujer. Sin embargo, a mis ojos, Frida fue más, mucho más. Siempre se desmarcó del resto, incluso dentro de su propia familia, quizás por eso fue el ojito derecho de papá. 

Desde su mayoría de edad hasta la fecha de su muerte pasó por 32 operaciones, además de las secuelas psicológicas que todo ello le dejó. Y aun con todo, su único sueño durante años fue estar presente en su primera y única exposición individual en su adorado México, presentándose encamada y con una actitud admirable. Si eso no es ejemplo de resiliencia…

Frida amó con tanta fuerza que también eso la destruyó. Pensó que su Diego era su héroe pero nunca se dio cuenta de que la heroína era ella. No en vano se enfrentó a varios abortos peligrosos, además de sufrir una separación con su marido y una traición por parte de su hermana. Parte de ese amor y desamor fue inspiración para crear obras que hoy muchos admiramos. 

También voló sin olvidar sus raíces, algo que muchas personas a día de hoy están experimentando en el plano personal y profesional. Acompañando a su Diego y con su propio sueño por delante, se empapó de lo que veía, conoció a personas nuevas y también extrañó la calidez del hogar.

Otro aspecto destacable de ella es que solía vestir con prendas tradicionales de la cultura mexicana: colores vivos y joyas llamativas, dándole un aspecto jovial, desenfadado y segura de sí misma. Me aventuro a decir que en la actualidad sería el ejemplo perfecto de apoyo al comercio local.

Frida pasó su vida en la llamada “Casa Azul”, que era de ese color entre otras cosas porque se consideraba un color protector contra malos espíritus. Sin embargo, esa casa albergaba mucho más. Su pequeño tesoro. Un trocito del arte mexicano del siglo XIX, en el que guardaba esculturas mesoamericanas, piezas de arte prehispánico y bonitos jardines inspirados en la cultura mexicana. Hoy es un museo abierto al público para admirar esa Casa Azul con mimo, tal y como lo hacía ella.

Me gusta imaginar que si Frida hoy estuviera entre nosotros sería una gran artista y conferencista. Creo que sería una mujer liberal, empoderada y cercana y muchas chicas jóvenes, en lugar de buscar referentes que no tienen mucho en lo que influir, podrían inspirarse en ella. 

Probablemente sea una de las personas con las que una se sentaría a tomar algo en un bar y saldría cambiada, con otra visión de la vida. A mis ojos, Frida es el tipo de mujer que no apaga y que no resta, sino todo lo contrario. De esas personas que aman la vida y la transmiten a los demás. Que no tienen miedo a equivocarse, apasionadas, que se caen y se levantan una y otra vez y que admiran lo bonito de lo cotidiano, que sufren con problemas mundanos pero que no temen, que se arriesgan y son valientes. Ojalá haya más mujeres como ella, brillando sin apagar a los demás.

Frida nació, como todos los niños, sola y libre y así se despidió de la vida. Adiós, Paloma.

Diana Camarero Bautista

Comunicadora e Integradora social. Viajo a través de los libros y me divierte hacer teatro.

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