Y así empieza mi nuevo artículo.
Este tiene algo que lo hace especial.
Es mi décimo artículo.
Todos han sido significativos pero este tiene doble punta.
Si, por un lado está, lo orgullosa que me siento de haber dado el paso, soltar el miedo a la exposición y al control y dejar que personas sin rostro, lean mis pensamientos.
Y por otro lado, el tema elegido para él, la Maternidad. Sé que es un tema que siguiendo la tendencia de redes sociales sería algo como: “Queridas amigas, voy a abrir un melón, vengo a hablar sobre..”.
Esta revista es un altavoz para las mujeres y yo, como buena amante de la comunicación, voy a coger mi micro y alzar la voz.
Hasta que cumplí los 35 años, la forma en que me presentaba al mundo, era:
“Mi nombre es Ara, tengo 35 años, soy una chica cercana, simpática, entusiasta, amante de la lectura y escritura,…”
Pero no sé qué pasó, porque fue como algo inmediato a la par que sutil y silencioso. En cada nueva presentación o encuentro, cuando comentaba a qué me dedicaba profesionalmente o qué estaba estudiando, siempre aparecía esa pregunta: ¿Eres madre? y yo: NO.
Y así en cada una, año tras año. Al principio, fue como a quien le preguntaban:
¿Qué hora es? y tú: las 9.15 am. Así de simple, sin trascender.
Pero a medida que avanzaba en los años, se añadían subpreguntas: ¿Eres madre? y ¿ quieres tener niños?. Luego fueron añadiéndose las afirmaciones, tales como “nunca es el momento perfecto eh” y también, llegaban las preguntas presión ¿y tú para cuando?. Y ya desde que di el primer paso en los 40, la frasecita estrella de “se te va a pasar el arroz, mi niña”.
Esto llevó a que en cada nueva presentación, indicaba directamente mi estado de no maternidad.
La maternidad, más que un deseo personal, parece a veces una carrera contrarreloj dictada por los demás.
¿Qué pasa con quienes no quieren ser madres a los 30?
¿O con las que aún no lo tienen claro a los 35, 40 o 45?
¿Dónde queda la elección libre y consciente en medio de tanto juicio?
Hay tanta controversia en este tema. ¿Y sabes? Me da pena.
Yo no sé si a ti te ha pasado, pero a mí sí. La mayoría de veces que he tenido que justificar porque no he sido madre y si tengo deseo o no de serlo, el 95% he sido cuestionada por parte de mujeres.
Es necesario cortar de raíz esto.
Ser madre, es una de las ramificaciones de ser mujer. Es una elección y decisión importante y vital, que considero que debe ser meditada y deseada. El papel de la mujer en esta vida, no se fundamenta exclusivamente en la maternidad.
Tal vez hace siglos atrás, las visiones y creencias eran esas. Pero señores y señoras, ya no es así y es necesario cambiar ese concepto. Hay mujeres que han decidido liderar su maternidad y las honro y las admiro, pero no por la maternidad, sino por dar voz a esa parte que como mujer experimentamos.
Dejemos atrás ese paradigma de que “Una mujer no está completa hasta que es madre.”
Si lo sé, algo dentro de ti se retuerce al leerlo ¿verdad? Claro, porque ese es el propósito como género femenino, el procrear y cuidar. Parece que no existe otro propósito en la vida. Se minimizan o ignoran otras formas de construir una vida significativa: crear, viajar, emprender, estudiar, acompañar a otros desde otros roles.
Pero ojo, aquí los dardos van para todos lados, porque si decides ser madre joven, te dicen que te arruinaste la vida. Si decides esperar, que eres egoísta o irresponsable. Sea cual sea la elección, parece que nunca será la “correcta” para los dictámenes de la sociedad conservadora.
Pero este discurso no va únicamente en una dirección, también va para ellas, las que han dicho sí a la maternidad.
Nos han enseñado que ser madre es lo más grande que puede vivir una mujer, pero no se habla con honestidad de las renuncias, el cansancio, las dudas o la soledad que pueden sentir.
Si ya eres madre, se espera que lo hagas todo bien: criar con amor, trabajar, mantener la casa, cuidarte y, además, disfrutar cada momento sin quejarte. Esta presión lleva muchas veces al agotamiento físico y emocional.
Al final, parece que todo se centra en exigir y presionar. No en el disfrute y en la libertad de decisión, que en el fondo es una muestra más de amor al mundo, crear vida y cuidar a ese ser con mucho amor.
Ahora saltó un nuevo escalón y te abro la puerta a mis pensamientos más íntimos:
Tengo 41 años y no soy madre.
No me preguntes si quiero serlo, porque a veces pienso que si otras veces que no. A lo mejor no puedo y tu pregunta me hace daño.
No me digas que el momento nunca será perfecto, pero tal vez yo si necesite ese momento perfecto internamente, en que mi ser diga, ahora sí.
Si me quieres un fisquito, no me digas que se me va a pasar el arroz, o que ya tengo una edad. Yo sé qué edad tengo y tal vez sienta presión porque llegará un momento que no decida yo, sino que lo hará mi cuerpo.
No me juzgues, si te digo que no quiero serlo porque mi propósito es otro.
CHICAS y si me dirijo sólo a las mujeres porque, entre nosotras cuando nos reunimos y nos sentimos en espacio seguro, nos abrimos y expresamos en confianza cómo nos sentimos.
Vamos a cuidarnos entre nosotras, mimarnos, entendernos, no juzgarnos. Vamos a darnos la mano, a apoyarnos, a respetarnos. No han hecho creer que somos rivales, muchas compiten entre sí. Pero todas somos maravillosas, todas tenemos algo precioso y valioso que dar al mundo. Vamos a unirnos y mostrar, como dice la cantante Vanesa Martin en su canción: “Todas las mujeres que habitan en mi”, que dentro de nosotras hay muchas versiones, no sólo nos identifica una.
Si estás leyendo esto y eres madre, te abrazo, te admiro y te doy la mano.
Si estás leyendo esto y no lo eres, te abrazo, te admiro y te doy la mano.
Si estás leyendo esto y eres hombre, abrázanos, admira nuestra esencia, danos la mano y míranos siempre desde la mirada de mujer, reconociendo todo lo que somos y lo que representamos.
Un abrazo de corazón a corazón. Ara.