-Hola mamá ¿puedo hacerte una pregunta?
(es difícil, muy difícil ¿vos, sabés?):
ya que la guerra decidió quedarse
¿podrá amigarse con la paz alguna vez?
Con una sonrisa tierna en la mirada
te sacaste el delantal de cocinar,
te pusiste los anteojos de explicar
y sentí que no tenía miedo a nada.
A la guerra voy a enseñarle respeto (me dijiste),
te lo juro, lo aseguro, lo prometo (me advertiste),
porque en este mundo no habrá nadie más
que no se quite el sombrero ante la paz.
Siempre he sido temerosa y poco audaz,
siempre fui más persistente que eficaz,
no creía que podía ser capaz,
sin embargo, estando juntas, somos más.
Nunca fuimos tan valientes sin disfraz,
lo genuino le ha ganado a lo falaz,
preferimos lo constante a lo fugaz,
sobre todo… si se trata de la PAZ