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La vida empieza muchas veces

La vida empieza muchas veces, fue una frase que me crucé bastante en este último tiempo. A partir de ahí me puse a pensar en todas las veces en que me apagué y en las que me volví a encender con más fuerza, en aquellas veces que por circunstancias de la vida, volví a nacer y por aquellos momentos puntuales en los que me gusta pensar en un recomenzar. Spoiler, no solo en año nuevo.
Empezar un nuevo año según el calendario gregoriano, lo siento como la primera muda de piel. Los balances, las películas mentales de lo que quisiéramos haber hecho, registrar el trayecto del camino elegido y pensar por unos segundos dónde estaríamos hoy, si el otro camino hubiera sido el seleccionado, porque al fin y al cabo, somos las elecciones que tomamos en el día a día.
Pensar para atrás, hacer un ‘racconto’ (esta palabra italiana me encanta) para nombrar esee vistazo general del año. Me ilusiona pensar dónde estaba el año anterior porque ahí es donde me doy cuenta de todo lo que he aprendido y lo que avancé. Este es un buen ejercicio para tomar conciencia de lo sucedido. Con esto, no quiero romantizar estas fechas. Claro está, que el cambio empieza dentro y somos nosotros los que tenemos que tomar acción, para darle vida a nuestros sueños, no sucede por arte de magia. La magia ocurre en el preciso instante en el que nos hacemos cargo de lo queremos y vamos hacia ello con toda.
En esta época, hay convulsión en el aire, vamos más rápido, compramos cosas y elegimos un buen atuendo para abrir el corazón con elegancia a lo que se viene. Todo eso con un halo de nostalgia, esperanza y ritual. Acá en España, donde vivo ahora, se comen doce uvas, en Argentina, de donde vengo, damos abrazos, brindamos y hay gente que sale a pasear con la valija de vuelta a la manzana, para asegurarse un par de viajes. También se piensa en aquellas personas que no están físicamente pero que su recuerdo perdura en olores, lugares en la mesa y anécdotas varias. Para mí el mejor ritual, es pasarlo con la gente que amo y agradecer por lo vivido. Éstos días son complicados para quienes vivimos lejos, pero es parte de las elecciones de las que hablaba antes.
Cuando era chica, sentía el olor a Navidad, así le llamaba a esos días previos, una mezcla de humedad, calor, pólvora y chicharras eufóricas. Esas tardes del 24 y del 31 me vestía a las 5 de la tarde y salía a dar vueltas como quien no quiere la cosa. Era como un código en el que nadie decía nada sobre la ropa del otro. Todos podíamos vestir de gala en pleno sol diurno en esas tardes de verano y ya.
La segunda muda, me gusta pensarla con el nuevo año según la astrología. Me parece un buen momento para verificar las metas y chequear las acciones a realizar, para alcanzar los grandes propósitos que nos pusimos y repensar, si empezar por uno primero, y de a poquito, con el envión… ir creando el resto.
La tercera muda es la fecha de cumpleaños. Lo siento como un renacer absoluto. Celebrarse un año más, reafirmar la existencia, valorar a aquellas personas que nos hacen la vida mucho más fácil. Siempre hago algún ritual en la previa, y siembro semillas de fe para lo que se viene. A veces no pido deseos, simplemente doy gracias.
La cuarta, es en Septiembre. En Madrid todo vuelve a comenzar, aunque en el Agosto desolador parecía que una invasión zombie había dejado las calles vacías y las persianas bajas. El ciclo lectivo y la vuelta de las vacaciones cortan la cinta para dar inicio al caos que había desaparecido para ir un rato a la playa.
Me gusta pensar que el año tiene momentos claves, en los que podemos revisar los propósitos, decisiones, vínculos, caminos, hábitos, etcétera. Existen tantos inicios como personas en el mundo, y si de algo estoy convencida, es que la vida empieza muchas veces

Naiara Verdun

Bailarina que escribe. Argentina, pero viajera empedernida.

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