A determinadas edades (coja cada persona el rango que más le convenga) se llega con bastantes platos rotos. Y no siempre da tiempo a que cada uno pague los suyos.
El karma va lento y las ganas de amar azuzan nuestros relojes. Normal, ¡hay que vivir! Por eso trabajamos en equipo, confiamos en los encuentros, nos dejamos llevar por la subida de temperaturas y nos damos en verano las oportunidades que el frío ha dejado pasar. Oportunidades, sí, en plural. Vivimos tiempos de opciones infinitas, sustitución ligera y amores líquidos, pero algo bueno tendremos que sacar de este maremágnum de usar y tirar.
En lugar de reemplazar cuerpos y amores como si de una vajilla desechable se tratase, podríamos quizá prestar más atención a lo que puede repararse. Desmitificar el ansiado amor a primera vista y comprobar qué pasa a segunda. Dar a un amor de verano cuerda para ver si llega al invierno. Tal vez nos sorprenda, sobreviva a las heladas y hasta florezca la próxima primavera.
Porque la realidad es que nos embarcamos en nuevas historias antes de que las anteriores hayan cicatrizado, sí , ¿y qué? De sobra sabemos ya que la teoría dice que se debe sanar antes de amar de nuevo, enamorarse, primero, de la soledad. Pero la práctica es otro cantar. Como en todo, como siempre. Y además es verano, repito ¡qué caray! Y la vida demasiado corta. Leemos, vemos y sufrimos que la gente se muere, por demasiadas razones, y nadie quiere que el corazón le duela más tiempo del necesario. Por eso todos, sin excepción, empezamos relaciones pagando algún plato que no hemos roto.
Puede que en este momento de tu vida no estés buscando una pareja. Porque no te hace falta, porque te gusta tu vida tal y como está, porque para mejorar tu día a día tendría que venir algo tan bueno que no crees ni que exista. Y tal vez así sea. Pero, propongo, si la canícula te trae a alguien que pretende aproximarse a esa vieja idea romántica de dos, ¿por qué no pruebas? Aunque sea un rato, aunque dispare tus expectativas, aunque reactive tus miedos, prueba. Tal vez la persona, a priori, no te encaja del todo, pero ¿te encajas acaso siempre tú? No. Y no va a ser perfecto, nada lo es, ya te lo digo. Bueno, ya te lo dicen los viejos, que son el oráculo indiscutible.
Mírate. Yo puedo verte, ya no temes. Claro, hoy sabes mucho más que ayer. Tienes claro que nada compensa nada, que cada cosa tiene un precio y que no todo lo que te hace reír te hace feliz. Llevas años empeñándote en pedir peras a los olmos y construir un para siempre en cada ahora. Así eres, imperfecta para la teoría pero perfecta para la práctica. Así somos todas las personas. No estás sola. Ama, equivócate, celebra la vida, que a tus platos rotos, hoy, invito yo.