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El cuerpo avisa

Bendito cuerpo humano y su perfecto funcionamiento.

Bendito cada sistema, cada órgano, cada célula.

Bendito el esqueleto que nos sostiene y los músculos que lo protegen y nos dan movimiento.

Benditos nuestros 7 sentidos (sí! siete),

Bendito cerebro y bendito corazón.

Bendita homeostasis.

Bendito y sabio cuerpo humano.

Cuando un paciente llega a terapia, y refiere varios síntomas físicos, siempre se le recomienda acudir a una valoración médica, pue sería negligente no 

atender aquello que puede necesitar ser tratado por un médico especialista.

Sin embargo, a la par vamos trabajando con la parte emocional de esos síntomas. Y no sólo en cómo los síntomas se viven y afectan su vida cotidiana, sino ¿para qué están ahí?, ¿desde cuándo?, ¿qué función estarán cumpliendo? Porque por extraño que parezca, un síntoma o conducta aparentemente no saludable, puede ser un ajuste creativo que el cuerpo y la mente de forma no consciente, elaboran a raíz de algo que puede parecer tal vez abrumador o no manejable en nuestro entorno.

El cuerpo nos avisa cuando algo está en desequilibrio, pero ¿Cuántas veces en verdad lo escuchamos? ¿Cuántas veces te ha dolido la cabeza o el estómago durante varios días y lo dejas pasar pensando que no tiene importancia, o vas de forma casi automática al botiquín por una pastilla que te calme el dolor por unas horas y te permita seguir en tu ajetreada vida? 

Cuando tengas un síntoma, detente un poco y pregúntate cómo estás emocionalmente. 

Si ese dolor físico hablara… 

¿Qué te pediría?

El cuerpo en sí mismo refleja el estado emocional de una persona… los ojos tristes, la mirada perdida, el caminar pausado o acelerado, la postura encorvada o extremadamente rígida, todo nos comunica algo a nivel emocional. 

Las experiencias vividas no quedan sólo en la mente, sino en el cuerpo. Dice el doctor Bessel Van Derkolk que “el cuerpo lleva la carga de la historia, pero también tiene la capacidad de sanar”. En eso consiste el trabajo, en volver a conectar la mente y las emociones con el cuerpo.

Cuando por ejemplo te duele la cabeza, no te duele solo la cabeza de forma aislada, en realidad eres tú expresando de alguna forma algo que te desequilibra. El cuerpo en ocasiones no encuentra otra manera de detenerse y de que lo escuches más que expresando un síntoma que te lleve a parar, o a reposar o a estar “fuera de servicio” aunque sea unas horas.

Para mi es importante siempre ver las dos partes, la parte física o fisiológica que nos lleve a atender lo que haya que tratar a nivel médico y que puede ayudarnos a estar mejor, pero sin dejar de lado la parte emocional que se esconde debajo del síntoma que aparece.

Aquello que callas queriendo decirlo, aquello que no toleras de tu entorno, aquello que te lastima emocionalmente, aquello de lo que constantemente te culpas, aquello que cargas solo y que pesa demasiado, aquello que te abruma, aquello que aún no has sanado… todo eso no sólo está en tus pensamientos, sino también en tu cuerpo, así que seamos capaces de mirarlo, de sentirlo y escucharlo antes de que lo exprese de otra forma.  

Dale espacio a la magia del re-equilibrio y la transformación.

Y cuando ya existe alguna condición médica, es importante no desatenderla, porque cuidar el cuerpo, es también cuidar nuestra salud mental.

Mireya Thomas

Madre de dos hijos, psicoterapeuta gestalt y consultora en desarrollo humano

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