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Parte I: Soy una mujer maltratada y esta es mi historia

Querida lectora, si estás leyendo esto me veo en la necesidad de advertirte.

Soy una mujer maltratada, y esta es mi historia.

No esperes leer tópicos ni denuncia social .

No hay eufemismos para suavizar el relato.

No hay un final feliz, al menos de momento.

Pero te ayudará a entender en qué consiste, o a identificarlo.

Te ayudará a pedir ayuda si es necesario.

Tienes entre tus manos la historia de amor más bonita del mundo, la de una madre y su hijo.

La de una mujer que decidió amarse a si misma por encima de todo lo demás.

Ocurrió la noche del 15 noviembre del 2022.

Recuerdo volver de un viaje largo, trayecto León -Madrid.

Recuerdo que ,en el camino, las montañas fueron desvaneciéndose poco a poco, y en su lugar ,el vasto paisaje castellano lo ocupó todo, vaciándolo a su vez.

Recuerdo que pensé: “León es más bonito”.

Porque lo es.

Esa noche llegué en taxi a la que era mi casa con la intención de, una vez más, enfrentarme a mi relación, tóxica, problemática, con mi pareja y padre de mi hijo.

Y lo primero que vi al entrar por la puerta fueron los ojos de mi hijo , sonriéndome desde su alfombra de colores con letras en relieve ;y lo segundo que vi, las pupilas dilatadas de un hombre enfermo cuya rabia crecía por momentos. Entonces supe que habría problemas. 

No me equivoqué.

Pero está vez fue distinta a las demás .

Después de años de callar y aguantar, de aislamiento, de control, de humillación y vejaciones, de anularme como persona ,como mujer y como madre, decidí alzar la voz .

Decidí enfrentarme ,tal vez porque venía con la confianza de haber estado con los míos.

Y su respuesta fue echarme de mi casa.

Y la mía, fue agarrarme a mi hijo como si fuésemos uno.

Jamás he vuelto a soltarle.

Pero una parte de mi murió, murieron las rosas blancas y el recuerdo de un amor tan puro. La ilusión de llegar al altar con nuestro hijo tirándonos arroz .

Pasó por mi mente ,como una película,el recuerdo de las noches amándonos y las madrugadas charlando y riéndonos de todo .

El hombre por el que aposté, el hombre que elegí, también había muerto.

Sobrevivir en Madrid, con un trabajo de 900 euros e intentando conciliar con un niño pequeño, es de una dificultad suprema.

Alquilar un piso, una misión imposible.

Pagar un buen abogado,una utopía.

Vagué por tres habitaciones compartidas con un niño pequeño , compartiendo vida con gente indeseable y sumamente desconsiderada .

Pero nada me apartó de mi bebé.

Comenzó una guerra cruenta entre ambas partes en las que intentaron que quedase como una vagabunda, como una exagerada, (siempre lo somos, ¿verdad?)

Pero se les olvidó que la fortaleza, los valores y la clase ,no se pueden comprar.

Así que luché. Luché como no lo había hecho jamás .

Y en esa lucha, dejé de comer por los nervios y empecé a vomitar sin venir a cuento.

Mis ojos ya no veían, y se me desprendieron hasta las retinas por la ansiedad  y el desgaste que aquello me provocó.

Comenzaron los dolores de espalda y las pastillas y os juro que hubo veces que pensé que no lo conseguiría, pero el verme rodeada de mis amigas y familia ,sentir la fuerza de las mujeres de mi familia desde el propio cielo, me  dio el valor suficiente para continuar.

Me gustaría deciros que hay una fórmula mágica para pasar por un proceso como éste sin sufrir,pero os mentiría.

Buscar apoyo emocional y psicológico desde el minuto uno va ayudarte muchísimo.

(Llama al 016)

Fue duro ser una persona solidaria y entregada a los demás, y no recibir respuesta de ninguna ONG. 

Ni una llamada para saber cómo estoy de gente cercana que al ver la problemática, se apartó.

Visité centros para mujeres maltratadas que eran auténticas cárceles, obligándote a dejar tu trabajo, sin poder dormir fuera ni una sola noche o teniendo que dejar tu teléfono a disposición de las trabajadoras de allí.

Me rompió el corazón ver a madres destrozadas con la cara amoratada mientras sus hijas se tiraban desde un tobogán.

Y me negué a ser una de ellas.

No traje a un niño a este mundo para que viva esa miseria ,aunque los miserables que cometieron esas atrocidades estaban tranquilamente en sus casas viendo el fútbol,siendo las mujeres agredidas quienes deben renunciar al último apice de dignidad que les queda .

Entonces la vida decidió sonreírme y entré en un recurso de la comunidad de Madrid para mujeres en situación de vulnerabilidad.

Le di un hogar a mi hijo y al menos ,por un tiempo ,pudimos descansar. 

Semana si, semana no, disfrutamos de un sitio calentito y sólo para nosotros, hacíamos pizzas caseras y abríamos el sofá cama para ver los Minions .

Nos teníamos el uno al otro, y por fin, tuvimos paz.

En el siguiente articulo te cuento el final de esta historia, pero no quiero despedirme sin antes pedirte que te cuides.

Que si sientes que estás siendo obligada a hacer algo que no quieres ,si notas control o celos, o que poco a poco tu mundo es más pequeño y te cuesta sonreír, es posible que no seamos tan distintas.

Pide ayuda, ¡ahora! .

Como decía mi abuela la Yanni que en paz descanse :

“Sálvate tú, primero y siempre”.

*Leer Parte II…

Gisel Dinamarca

Criada entre leones, El Páramo y Los Andes. Vino a abrir sus heridas, para sanar las tuyas.

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