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8 lugares imprescindibles de Roma

Roma

Llegó el día, el viaje a Roma, nunca antes había salido de España y menos aún con mis amigas y sus maridos, total 3 parejas. El día comenzó saliendo hacia el aeropuerto donde habíamos quedado todos, ya sabéis, maletas, facturación, embarque y por fin volando hacia Roma.

Llegamos al hotel nos adecentamos y salimos a visitar la ciudad. Lo primero una cerveza, pues venga que sean dos, echamos un rato en la taberna organizando las visitas y al pedir la cuenta, ¡joder la hostia nos dieron, a tomar por culo medio fondo! , 60€ sin comer ni nada solo 12 cañas, una locura.

Recuperados de la hostia nos dirigimos guía en mano a recorrer la ciudad. Impresiona ver tanta estatua, tanto monumento y sobre todo tantas iglesias, hay unas 1.000 en toda la ciudad, además de obras de arte por todos los rincones y recovecos de las calles. Enormes esculturas adornan la ciudad, menos una muy pequeña, la de la loba amamantando a Rómulo y Remo, casi pasamos por delante sin verla.

El tráfico un caos, en varias ocasiones casi nos atropellan y ruidosa con mucho movimiento. Llevábamos nuestro recorrido diario organizado y caminábamos todo el día exprimiendo el tiempo al máximo.Caminar, comer, caminar y así los cuatro días.

 Yo me había comprado unos zapatos cómodos, blanditos, me gasté un pastón, eran lo mejor para caminar cómoda,  pero  pasadas unas horas tenía un pie entre algodones y el otro pie destrozado, no podía dar un paso más, me senté en un banco y a tomar por culo los zapatos, no podía entenderlo, hasta que mi amiga al recogerlos se dio cuenta que llevaba uno del 8, es mi número, y el otro del 6, joder vaya faena el primer día en Roma coja y sin zapatos, mi amiga que lleva de todo en su bolso me coloco unas tiritas y con el zapato tipo chancleta continúe la ruta.

Al día siguiente tocaba vaticano, cogimos el bus y terminé sentada con una monja  hablando con ella en italiano sin tener ni idea del idioma, no es tan complicado, me enteré de todas las indicaciones o quizás no porque casi nos perdemos.

El Vaticano (1) , con su basílica, sus columnas alineadas, las obras de arte, la cripta todo a escala gigante y para subir a la cúpula esas estrechas escaleras sin fin, más de 300 escalones, pero merece la pena subir.

Recuerdo correr  con mi amiga y escondernos en un giro de las escaleras para asustarlos, nos escondimos agazapadas, oímos pasos cada vez más cerca, aguantamos unos segundos hasta oír los pasos al lado y entonces saltamos las dos gritando como poseídas sobre una persona que no era de nuestro grupo, imaginaos quien gritaba más, el hombre resultó ser chino pero se quedó tan blanco y con los ojos tan abiertos que se obró el milagro. Subió chino y bajo occidental de cómo abría los ojos y como  corría escaleras arriba mientras nosotras le perseguíamos  gritándole – espere, espere, que era una broma para nuestros amigos, lo sentimos mucho- Pero el chino corría y gritaba despavorido.

La siguiente visita fue a la Capilla Sixtina (2) de Roma, muy bonita muy bien pintada, pero ya le vale a Miguel Ángel dejar lo mejor al techo, o terminas tirado por los suelos o te vas con el cuello doblado.

Yo saltaba como un canguro cada vez que pasaba por una ventana interior para ver si veía al Papa y lo que llegó fue el vigilante muy amable, muy guapo y muy italiano – me lo prendo, me lo prendo- expresión que designa un tío bueno y que aprendieron mis amigas, más majo el vigilante nos invitó a conocer al suyo papá -¡Venice a mia casa yo enseño el mío papá!- Nos decía el tío listo.

“Pasamos momentos geniales entre visitas risas y mucho andar”

El último día lo dedicamos a la zona del foro romano y al monumental Coliseo (3), casi fue de lo que menos me gustó porque lo esperaba aún más grande y menos roto.

La boca de la verdad  está en el claustro de la iglesia de Santa María in Cospedin del s.v, no está mal la broma de meter la mano y que te la corten por mentirosa.

La Fontana de Trevi (4) me dejó sin palabras, es enorme y llena de monedas  ya sabéis la tontería de tirar moneditas para volver a Roma, a mí aún no me ha funcionado y han pasado 17 años.

El Trastevere (5) donde los obispos tenían acceso directo desde los diferentes conventos para ir libremente a comer y fornicar como marranos, es una zona de restaurantes  muy turística.

Cada calle tiene numerosas esculturas e iglesias con obras de arte dentro por lo que cumplir los horarios y rutas previstas era complicado, queríamos verlo todo y hacernos fotos en todas partes.

La Plaza España de Roma (6), desde 2019 multan por sentarte en la escalinata, la plaza Navone con sus fuentes y coquetos restaurantes, el castillo Sant’ Angelo sobre el río Turia, muy interesante aunque solo pudimos verlo por fuera, estaba cerrado.

La Via del Condotti (7), tiendas, moda y más  tiendas para perderte comprando. La última noche vimos anochecer desde la plaza de la iglesia Trinita die Monti (8), espectacular  vista de la ciudad, todo se ilumina mientras se pone el sol, merece la pena verlo.

Fueron días intensos pero había que volver a casa así que otra vez maletas, embarque, llegas al avión te sientas y resulta que no despega, seguimos sentados oyendo al comandante -permanezcan sentados en breve despegamos- pasa una hora – perdonen las molestias enseguida cogemos pista-.

Ya llevábamos dos horas dentro del avión, desesperados, sin poder ni usar el WC. Ni fumar ni moverte, ya no podía más la ansiedad se apoderaba de mí, y de repente una voz, un quejido en la parte de cola con la excusa de cotillear me acerqué con mi amiga para ver qué pasaba y al llegar al asiento una embarazada se quejaba de dolor – tanto esperar a despegar que estamos de parto- grite yo.

Los azafatos corrían por el pasillo- que hacemos nunca asistimos un parto- calentamos agua, en un avión, tu eres tonto. Mientras la embarazada decía -no estoy de parto, solo me dan calambres de estar sentada-.

Pero mi amiga y yo insistimos en que estaba de parto, venga levantarla que camine hacia business, la sentamos en un butacón la pusimos almohadas, mantas y la descalzamos y estiramos las piernas.

Mientras el marido que estaba en otro asiento solo discutía con la tripulación para bajar del avión y que fuese una ambulancia.

El  avión en ese momento después de 3 horas en espera, era un polvorín, unos gritaban – abran las puertas nos tienen secuestrados- otros decían – tengo que usar el baño o me lo hago encima- otro señor, aprovechando lo de la embarazada pidió bajar del avión cuando llegase la ambulancia.

“Al final no estaba de parto, eran solo calambres”

Todo se aclaró y por fin despegamos, la embarazada, mi amiga y yo en primera clase a ver quién nos sacaba de ahí después de la que habíamos liado.

Siempre recordaré este magnífico viaje, cuatro días sin parar de reír, visitando sitios increíbles. Lo recordaré también por ser el último que hicimos en pareja, al volver las tres nos divorciamos.

Susana Cuadrado

¡Próximamente descubre mucho más de esta redactora!

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