fbpx

Tu diálogo interno

¡Qué bonito es poder pensar en voz alta delante de los demás!

En los últimos tiempos he prestado mucha atención a cómo me hablo, y también, a cómo se hablan las mujeres de mi alrededor.

Y siento decirte, querida mía, que asombrosamente hay una gran cantidad de ocasiones en que las mujeres se insultan a sí mismas, dicen: “Qué tonta soy, no hice esto o aquello”, “Ay, qué idiota, o qué torpe soy, he olvidado, no sé qué”… Y así una gran cantidad de frases más que nos repetimos a lo largo del día, y un día tras otro. 

Hermana, y yo te pregunto, así, ¿cómo no vas a sentirte poco merecedora, sin valor? Si tú misma te estás tratando desde un lugar peyorativo,  bloqueando tu capacidad de amar y de crecimiento.

Desde que comencé a escuchar lo que me cuento a mí misma, la manera en que me hablo y las historias que me relato, (que son lo que me han traído hasta donde estoy,  con lo que voy co-creando mi realidad y mis relaciones), he podido descubrir cuántas voces no eran mías, pero que había asumido como ciertas.

El insulto de un padre retorciéndome el estómago, la burla de un amigo aplastada entre mis sueños, el desdén de un profesor arañando mi memoria, la envidia de una hermana agazapada en la soledad de una noche, el no merecimiento de una madre acostada en mi regazo, la tristeza de una abuela enredada en mi peinado, y así podría seguir hasta el infinito desvelando cada voz incierta, amenazante e hiriente que se estaba interponiendo entre mi vida y yo. 

Todas esas voces anidando en las células de mi cuerpo, han comenzado a ser vistas, acompañadas y atendidas, para poder experimentar la vida desde un diálogo interno que me permita vivir conectada a mi propia voz, a la esencial, a la auténtica, esta voz que me propone un diálogo con el alma y con el espíritu de la libertad.

Y así, en vez de decirme categóricamente que soy esto o lo otro, he incluido una manera de hablarme más amable, más humana y compasiva. El mismo diálogo interno es el que llevo al exterior, en mis relaciones, así ahora cada vez que una persona se insulta, le propongo que en vez de decir qué tonta soy por haber olvidado algo, se diga a sí misma: “he estado despistada, olvidé tal cosa; sin embargo, voy a estar más atenta y más presente a partir de ahora”… ¿Cómo lo ves? ¿Crees que empezar a hablarte desde este lugar te puede ayudar a crear un diálogo interno que te impulse a sentirte amada? A mí me parece de suma importancia que comencemos a prestar atención a estos detalles sutiles, que pasan desapercibidos, como si fuese lo natural hablarte así, porque tenemos ese programa tan instalado en nuestro cerebro, que automáticamente se dispara.

El cambiar  esta manera de hablarnos a nosotras mismas, refuerza una manera nueva con la que podemos mirar y percibir el mundo. El diálogo interno es el que marca la diferencia a la hora de co-crear las diversas experiencias y relaciones que vamos a vivir. Sé que este tema tiene mucho para explorar, profundizar, podría explayarme mucho más, por esto estaba dudando en un principio escribir este artículo, porque en mi interior habita la sensación, de que no estoy exprimiendo el jugo completo a este limón; sin embargo, he preferido compartirte esta probadita, para que puedas comenzar a saborear este gusto que desprende tu propio diálogo interno, para que  pongas atención cuando te hablas, si en ti permanece una sensación agridulce, amarga, picante, ácida o dulce…

¿Te atreves a descubrir de qué sabores, de qué olores, de qué colores estás entretejiendo estas conversaciones íntimas contigo misma?

Sara P. Herranz

Hija de la tierra y el cosmos, una aventurera de espíritu libre, salvaje y de corazón puro.

Comentarios

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Responsable de los datos: Square Green Capital
Finalidad: Gestión de comentarios
Legitimación: Tu consentimiento expreso
Destinatario: servidores de Siteground
Derechos: Tienes derecho al acceso, rectificación, supresión, limitación, portabilidad y olvido de sus datos.