De niña el verano era un hiato atemporal en el que los días se alargaban como el chicle Boomer. Ver dibujos animados, jugar a las cartas, comer helado, chapotear en la piscina. Ahora el verano es una elipsis, una continuación de la primavera y un preludio del otoño. Videollamadas, agendas, entregas, publicaciones, cafés… pero con…
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