Piense en la situación que lo atañe una y otra vez. Sienta el peso de la tristeza: se le oprime el pecho como si tuviera una roca atrancada en el tórax. Reviva aquel momento desagradable y, muy importante, recuerde a la persona en ello envuelta. Seguro sentirá un revoltijo en la boca del estómago, quizá…
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