¿Vale la pena seguir intentándolo?

“Me has reventado por dentro,

pero no sé qué coño tienes que cuando te miro,

ME CURAS.

Así que si antes tragaba sangre por tu culpa,

ahora me devuelves la vida”.

El amor es cosa de dos, algo recíproco y sano, porque de lo contrario no sería amor.

El amor empieza de una forma fácil y, si es de verdad, durará toda la vida.

El amor llega y resuelve todo lo demás.

El amor, si es verdadero, no te hace llorar.

Ninguna de estas frases son de mi propia cosecha, tampoco el texto entrecomillado al inicio.

En los últimos tiempos y el bombardeo constante a través de las redes sociales nos han hecho creer que toda relación debe ser idílica, de lo contrario, no lo cuentes, no lo enseñes, no lo compartas, y si puedes, no lo vivas, aléjate, porque nada de eso es bueno y puede hacerte pedazos.

Pero la realidad es que pocas cosas salen bien a la primera y sería absurdo aferrarse a la idea de que todo tiene que ser fácil desde el minuto uno, algo que se podría aplicar no solo a las relaciones sociales, también a proyectos, objetivos, metas y propósitos.

Siendo la mente humano terriblemente compleja, ¿de verdad creíamos que iba ser fácil relacionarnos entre nosotros?  ¿En serio?

Cuanto antes aterricemos y seamos conscientes de que la complejidad comienza en nosotros mismos, antes llegaremos a resolver la ecuación.

No me pidas que te diga quién es X y quién es Y, porque te toca a ti averiguarlo, y créeme, quizás te toque romperte en mil pedazos para encontrar las respuestas.

En cualquier caso, una relación tóxica no es un sueño a perseguir, tampoco un propósito para el 2023, pero si apareciera alguien capaz de soldar cada una de tus heridas y así dejaras de sangrar, no te alejes, sé valiente y vívelo en primera persona.

Entiende que hay historias que es mejor no empezar, pero que hay otras que no deben terminar nunca, así que no seas tú quien se niegue a recibir lecciones si luego vas a ser quien primero las dé.

Permítete romperte si eso te va a hacer más fuerte después.

Pero sobre todo, quédate, porque quizás no se trate de una batalla más, sino de la rehabilitación que llevas pidiendo a gritos desde hace tiempo.

Mirar a alguien y curarte por dentro.

¿Existe algo más bonito que eso?