Querido lector:
No te lo vas a creer, ¿recuerdas mi petición al pasado? Un reencuentro para resolver dudas y responder preguntas olvidadas, para decirnos todo aquello que pudiera haber quedado pendiente de decir, para zanjar de una vez por todas y continuar, sin reproches ni palabras difíciles, sólo para recordar todo lo bueno, reírnos hasta dolernos la barriga y darnos un último abrazo, la manera perfecta de recargar pilas y seguir avanzando.
Pues ha ocurrido, no ha sido una cita de verdad, tampoco planeada, así que no me dio tiempo de prepararme ni de ponerme guapa, a mi pasado tampoco. Como dice una de mis canciones favoritas: “chocamos en el trayecto”, y créeme, no podía haber sido de otra forma. Creo que se paró el mundo en cuanto nos reencontramos, era de esperar; en cambio, creo que se paró mi tiempo en su abrazo, al menos por un momento.
Siendo sincera, al releer lo escrito da la impresión de que sigo enamorada, y quizás lo siga estando, pero de nuestra historia, porque aunque ha llovido mucho desde entonces y los años transcurridos nos han cambiado a los dos, hay cosas que siguen exactamente igual. Puede que sea esa esencia que permanece la que todavía me mantiene unida a esta historia, y no te lo niego, querido lector, sé que está en mi mano soltarla y desvincularme para siempre.
¿Sabes? Al principio creía que si soltaba a mi pasado sería sinónimo de lanzarlo al olvido, y yo no puedo permitirme olvidar algo que ha sido tan importante para mí. Hoy me doy cuenta de que no se trata de olvidar, de enterrar o de machacar para que nunca regrese, al contrario: se trata de una despedida, pero de esas dulces y bonitas que te dejan buen sabor de boca el resto del día y durante cada minuto de gloria, un adiós necesario porque es imposible que el pasado viva en el presente y viceversa.
Por todo esto, querido lector, y porque por fin estoy preparada para hacerlo, abracé a mi pasado por última vez, dejé que su olor me transportara a cualquier lugar lejos de aquí, fue inevitable cerrar los ojos y sonreír de placer, ¿como cuando algo te duele y te tomas un paracetamol? Pues igual, pero sin fármacos de por medio.
Diría que ha sido el abrazo más bonito que he recibido en mucho tiempo, quizás porque hacía ya rato que lo estaba pidiendo.
Me sonrió y yo a él, y recordé el día en que lo conocí porque me sonrió de la misma manera, su sonrisa perfecta me atravesó el alma aquel día y hasta la fecha. Pensándolo bien, es curioso que determinadas cosas terminen tal y como empezaron, ¿verdad? Sin duda, este reencuentro no planeado y sin previo aviso ha sucedido cuando tenía que suceder, de la misma forma que sucedió nuestra historia y que no podía haber sido de otra manera: en el momento perfecto, ni antes ni después.
Ahora que ya lo he soltado me siento más ligera y libre, pero te contaré un secreto, querido lector y espero que me entiendas:
Sonreiré cada vez que recuerde su olor, y los días que más lo necesite recurriré a sus bromas para reír hasta dolerme la barriga, siempre en silencio y sin que nadie se dé cuenta, porque da igual el tiempo que pase, seguiré guardando con mimo y cuidado cada detalle de aquel episodio de mi vida.
Razona que el presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente.
Jorge Luis Borges