Tras un año atípico en el que el mundo necesitó afrontar lo impensable, la Fundación del Español Urgente incluyó el término RESILIENCIA entre las “Palabras del año 2020” (junto con otras menos amables, como confinamiento, coronavirus y pandemia). La expresión –trasladada desde la física y la metalurgia hacia las ciencias sociales- designa a la “Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador” y no tuvo lugar en el diccionario hasta el 2014.
Hace casi dos décadas, cuando comencé a buscar información para dictar mis primeros talleres sobre esta temática, no imaginaba que un tiempo más tarde esas cuatro sílabas aparecerían reiteradamente en publicaciones académicas, periódicos, discursos y conversaciones informales mediadas por pantallas o barbijos. Si le preguntamos hoy a Google, es capaz de arrojar la abrumadora cifra de 16.800.000 resultados en menos de un segundo.
Sin embargo –más allá de su nombre- esta característica ha estado presente desde los orígenes de la especie humana y no dejo de sorprenderme cada vez que conozco una nueva historia de personas o comunidades que construyen sobre los escombros hallados en el camino.
La resiliencia es un potencial humano, un proceso dinámico e interactivo entre mecanismos emocionales, cognitivos y socioculturales que nos lleva a desarrollarnos de manera saludable aún en un medio poco propicio.
Algunos especialistas colocan el acento en la idea de adaptación, otros en el concepto de habilidad, en sus pilares o en la conjunción de factores externos e internos. Sin embargo, todos se refieren al modo de sobreponerse ante la incertidumbre o los infortunios y superarlos.
Dado que pocos escenarios han sido tan complejos, adversos e inciertos como el surgimiento del COVID19, en los últimos meses investigadores de diversas disciplinas se interesaron por este constructo teórico en constante evolución que sin duda será uno de los temas clave en el 2021.
Desde este espacio iré compartiendo con ustedes mini reflexiones (casi siempre convertidas en poemas), atravesadas por la mirada esperanzadora de la resiliencia. Desde Buenos Aires, les dejo mi abrazo de palabras…
Resiliencia pandémica
(Haiku)
Hoy presenciamos
un sutil simulacro
del fin del mundo.
El aislamiento
que distancia los cuerpos
acerca el alma.
Ya vendrán tiempos
de abrazos y festejos
tan postergados.
Para ese entonces
lo habremos comprendido:
somos familia…
Esta distancia
no impide la empatía
ni la palabra.
Entre las piedras,
nace un pétalo y otro,
flor imprevista.
Silvia Gabriela Vázquez (En Resiliencia entre líneas, 2020)
