A veces deseamos tanto que nos perdemos de lo que realmente importa. A lo largo de mi vida he escuchado a muchas personas hablar y decir que alcanzar el éxito es lo que más importa en la vida, y a veces el concepto del éxito me causa confusión, al menos para mí no hay algo concreto que determine que cierta cosa u acción lo sean.
Incluso la RAE tiene tres acepciones de lo que es el éxito:
1. Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
2. Buena aceptación que tiene alguien o algo.
3. Fin o terminación de un negocio o asunto.
Las palabras que más me resaltan dentro de estos conceptos son: resultado, aceptación y terminación; mi pregunta es ¿realmente el éxito tiene que llegar a un buen resultado para ser considerado éxito? ¿porque el éxito no puede estar también implícito dentro del fracaso, dentro de los errores, dentro de aquello en lo que nos da miedo caer? ¿Por qué tener éxito no también se incluye en un trabajo que no funcionó, en una cena que salió mal o incluso en una relación que no pudo continuar? ¿Por qué éxito y fracaso tienen que ser palabras no afines? ¿porque no pueden volverse una misma?
Lo que intento decir con estos cuestionamientos, es que no todo está en tener, hacer y ser, sino que también está en aquello que algún día nos derrotó, en aquello que un día perdimos y jamás volvió, en los momentos que se volvieron recuerdos, en los instantes que se transformaron en enseñanzas, en aquello que sentíamos que era lo correcto, pero lo tuvimos que soltar, en aquel corazón roto que apenas comienza a sanar.
Quizá después de todo en algún momento podamos llegar a ver el fracaso como un éxito.
