Querido primer amor:
Por fin soy capaz de escribirte una carta, o eso espero.
Ha pasado tanto tiempo que no sabría contar los años que nos separan de aquel momento.
Han pasado tantos trenes desde aquella estación que no sabría identificar cuándo dejaste de ser pasado para convertirte en olvido.
Porque así fue como ocurrió, te olvidé con todas mis fuerzas para que el recuerdo no me sorprendiera de repente un día cualquiera. Anulé cualquier sentimiento que llevara tu nombre hasta reducirlo a la nada, hasta pincharme y no sangrar.
Antes de ti mi corazón estaba intacto y tú lo rompiste en mil pedazos, ¿cómo no iba a tratar de olvidarte con todas mis fuerzas?
Eliminarte de mi recuerdo, incluso de la historia de mi vida, fue mi forma de pasar página, de continuar sin mirar atrás, de superar y sanar.
A pesar de mi empeño, hubo un tiempo en que te encontraba en mis sueños, te parabas frente a mí sonriendo, como siempre, regalándome esa mirada que a mí, por aquel entonces, me atravesaba el alma, y justo cuando quería abrazarte te desvanecías hasta desaparecer.
Durante una época eché de menos tu abrazo, muchísimo, hasta que una noche, en otro sueño, apareciste de nuevo, pero esta vez para abrazarme por detrás. Fue ahí cuando sucedió algo inexplicable: lloré y lloré y lloré… hasta que me desperté.
Por fin sentí paz, porque fue como si en ese abrazo soñado nos hubiésemos perdonado todo lo que no supimos hacer mejor.
Nunca más volví a verte, aunque sólo fuera en sueños.
Ha tenido que pasar mucho tiempo hasta llegar aquí y poder entender lo que ni siquiera me había parado a descifrar.
En una canción que empezó a sonar de casualidad te encontré, pero también me encontré a mí contigo, me encontré con nosotros.
Fue tan bonito vernos de nuevo que ojalá todos pudieran tener la oportunidad de reencontrarse con su pasado de esta forma tan libre, sin dolor ni rencor.
Hace unos días leí una de las verdades más absolutas que he leído hasta ahora: “tendemos a olvidar lo que necesitamos recordar”.
Ahora entiendo que dejar de olvidar es el primer paso para que deje de doler.
Así como en un primer momento decidí olvidarte por haberme roto el corazón, hoy lo entiendo justo al revés: fuiste mi primer amor, ¿cómo podría olvidarme de eso?
Por fin tu recuerdo no duele.
Y nuestra historia nunca será olvido.