Diariamente somos cómplice de comportamientos que algunas veces son más acertados que otros. A veces ejemplares, otros despreciables. Nos rodeamos de personas muy distintas con sus actitudes, valores y acciones distintas. Dentro de esta masa heterogénea nos encontramos cada uno de nosotros viendo cómo unos se comportan con otros y algunas de estas veces no estamos de acuerdo con lo que vemos. Podemos incluso sentir frustración viendo a personas que reciben un trato injustificado e injusto.
“Si ves que se está cometiendo un acto de vejación y no intervienes, pasas a ser cómplice”
Estas personas que se ven atacadas por otras, muchas veces pertenecen a perfiles de mujeres distintos, pero heridos por la misma enfermedad social. Tienen edades, físicos y caracteres distintos; pero todas son víctimas del machismo. Todas recogen del hombre que ejerce poder sobre ellas humillación, desprecio y odio. Estas muestras de maltrato son algunas veces públicas, ante decenas de ojos expectantes de saber qué está sucediendo y cómo va a transcurrir. Seguramente la gran mayoría estará en desacuerdo con el momento presenciado, pero ¿cuántos actuarán?
Parece ser que ha calado mucho ese dicho de “no te metas donde no te llaman”, lo que no sabía el sabio que propagó esta frase popular es que si ves que se está cometiendo un acto de vejación y no intervienes, pasas a ser cómplice. No actuar es igual que dejar actuar con libertad al agresor, que puede violentar tanto de forma física como verbal. El tipo de violencia es indiferente, en cualquier situación hay que ser activo y no limitarse a observar. La peor opción en otros casos es quedarse estático, evitando lo sucedido porque todo lo que acontece en la sociedad nos repercute y, sobre todo, nos incumbe. A todos nos gusta sentirnos valorados y respaldados.
“La violencia de género es un lastre de la sociedad con el que debemos terminar todos”
En un momento tan crucial como es presenciar una agresión, se ha de emplear el sentido común. Barajar todas las posibilidades y optar por la más adecuada, entendiéndose como aquella en la que no se sobreexponga a la víctima a un mayor peligro. La Policía Nacional recomienda evaluar primero las circunstancias y una vez se determina qué es lo mejor, llamar al 091 para dar a conocer qué está ocurriendo.
Saber reaccionar ante situaciones machistas es todavía una asignatura pendiente. Es necesario concienciar a la sociedad de la importancia de no mantenerse pasivo, de adoptar un papel de mediador, de evitar un desenlace dolorosamente innecesario.
Pero actuar no es sólo intervenir en el momento en que se produce un acto violento, sino también no ignorar la realidad haciendo como si no pasara nada. La actriz y la directora Greta Gerwig rompió el silencio tras seis años de su colaboración con el director Woody Allen en A Roma con Amor. Quiso compartir su arrepentimiento por haber trabajado hombro con hombro con el neoyorquino quien es uno de los directores más reconocidos en la industria cinematográfica de los últimos treinta años. Pero además de ser un profesional valorado, está envuelto en escándalos sexuales. Su hijastra, la actriz Dylan Farrow, denunció abusos por parte del director cuando ella tenía siete años. Es cierto que no se han recogido suficientes pruebas para poder darle la razón a Farrow. Sin embargo, las declaraciones de ella junto a las de su madre y su hermano han sido suficiente prueba para Gerwig. La directora es fiel a lo que piensa y actúa acorde a ello. Cuando Gerwig trabajó con Allen desconocía esta información; sin embargo, años después declara “sentirse arrepentida y de haberlo sabido no hubiera aceptado el trabajo”.
Greta Gerwig, aunque tarde por no saber de estos hechos hasta años después, ha optado por darle de lado al silencio. Porque, empleando otra frase popular, “quien calla, otorga” y, creando una nueva premisa para este tema, “quien no actúa, deja actuar”.
No te limites a ver qué sucede, actúa antes de que pueda ser demasiado tarde
