Apaga el piloto automático

Vamos a apagarlo. Vamos a desinstalar la aplicación piloto automático. Que sí, que agiliza los procesos. Que sí, que producimos más. Que llegamos antes. Vale. Que nos ahorra detalles que entretienen y demoran nuestros procesos. 

¿Por qué eliminar de nuestra mochila el piloto automático entonces?

Pues precisamente por sus supuestas bondades. Porque nos quita lo que nos hace personas: matices, detalles, sensaciones, escuchas, debates, etc. El piloto automático es un sintetizador que nos quita presente, nos pasa de pantalla y nos lleva a la siguiente fase, al futuro. Pero no duramos mucho en este futuro, porque queremos pasar a la siguiente pantalla como un cohete.

Yo sé que es un término bastante abstracto y que sólo con oír hablar de un botón; queremos tocarlo (y si es rojo, más). Pero tranquila… aunque no quieras tocarlo lo vas a hacer sin darte cuenta. Tú no, tú eres muy mindfulness y carpe diem y desconectarparaconectar. Pero has hecho (y haces) esto:

Cuando con leer los titulares de una noticia te das por informado. Ahí pulsaste el piloto automático. Adiós detalles, matices, contraste de información… al cubo de los restos, donde el pensamiento crítico.

Cuando te cuentan una historia e intuyes el final y te impacientas porque la persona acabe de hablar. Ahí lo pulsaste. Tú eres más lista que nadie y escuchar es para gente ociosa. Ya te sabes el final, a otra cosa mariposa.

Cuando vas caminando a un sitio y mientras vas haciendo la lista de la compra en el móvil y hablando con tu compañía aseguradora del coche para que no te suban la prima. Ahí lo pulsaste y seguramente te subieran la prima del seguro, para rematar.

Hay tantas ocasiones en las que pulsamos el piloto automático que, sería mejor decir que lo mantenemos pulsado y cuando estamos exhaustos lo dejamos de apretar un ratito para coger aire. Pero rápido ¿eh?, no vaya a ser que disfrutemos de un paseo, de un café con un compañero o de una ducha sin cronómetro.